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sumidero de carbono

  • Disminuye el papel de la Amazonía como sumidero de carbono

    3 - 4 minutos 

    La Amazonía alberga los mayores bosques tropicales de la Tierra y ha demostrado ser un importante sumidero de carbono. Sin embargo, este sumidero de carbono parece disminuir como consecuencia de factores como la deforestación y el cambio climático, según un nuevo trabajo publicado en Nature. 

    El estudio ha sido dirigido por Lucia Gatti, jefa de grupo del Instituto Nacional de Investigaciones Espaciales/Centro de Ciencias del Medio Ambiente de Brasil y miembro del comité directivo del Sistema Mundial Integrado de Información sobre los Gases de Efecto Invernadero, dirigido por la OMM. 

    Los autores investigaron el equilibrio de carbono de la Amazonía y los principales factores responsables de su transformación en fuente de carbono. El grupo utilizó un planteamiento basado en la observación para evaluar los flujos de carbono del ecosistema y realizó 590 mediciones de perfiles verticales de aeronaves sobre las concentraciones de dióxido de carbono y monóxido de carbono en la baja troposfera en cuatro lugares de la Amazonía entre 2010 y 2018. 

    Encontraron que las emisiones totales de carbono son mayores en la Amazonía oriental que en la occidental porque esta parte experimenta un aumento más fuerte de la temperatura en la estación seca y un descenso de las precipitaciones. El sureste de la Amazonia, en particular, actúa como una fuente neta de carbono (flujo total de carbono menos las emisiones de los incendios) a la atmósfera. 

    "En los últimos 40 años, la Amazonía oriental ha estado sometida a más deforestación, calentamiento y estrés hídrico que la parte occidental, especialmente durante la estación seca, siendo el sureste el que ha experimentado las tendencias más fuertes", señala el estudio. 

    El papel de la Amazonía como sumidero de carbono disminuye, " estudiamos el efecto del cambio climático y de las tendencias de deforestación sobre las emisiones de carbono en nuestros lugares de estudio, y descubrimos que la intensificación de la estación seca y el aumento de la deforestación parecen favorecer el estrés de los ecosistemas, el aumento de los incendios y el aumento de las emisiones de carbono en la Amazonía oriental. Esto está en consonancia con estudios recientes que indican un aumento de la mortalidad de los árboles y una reducción de la fotosíntesis como resultado de los cambios climáticos en toda la Amazonia", se afirma. 

    Los sumideros de carbono, como la captación de carbono por parte de la biosfera terrestre, son un regulador vital del cambio climático al eliminar una cuarta parte del dióxido de carbono emitido a la atmósfera por los seres humanos. 

    Si los sumideros, como la Amazonía, se convierten en emisores netos, a causa de la deforestación y los incendios, así como a consecuencia del cambio climático, existe la posibilidad de que esto se convierta en un "punto de inflexión" en el sistema climático. En consecuencia, esto tendría implicaciones de gran alcance para frenar el ritmo del cambio climático y el aumento de la temperatura. 

    La consecución de los objetivos del Acuerdo de París requiere un cierto equilibrio entre fuentes y sumideros de gases de efecto invernadero. En la carrera hacia el cero neto, cada vez más países están estudiando proyectos de reforestación para aumentar la captación de dióxido de carbono de la atmósfera. Los bosques tropicales se consideraban hasta ahora un sumidero de CO2, pero los cambios en los regímenes de temperatura y precipitaciones que crean un entorno adverso para la vegetación pueden convertirlos en fuente de carbono. Se espera que alrededor de una cuarta parte de la reducción para 2030 prometida por los países en sus contribuciones iniciales determinadas a nivel nacional (NDC) en el marco del Acuerdo de París provenga de opciones de reducción basadas en la tierra. 

    El Informe Especial sobre la Tierra del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático dice: "Paralelamente a estos cambios de la envoltura climática, surgirán nuevos climas cálidos en los trópicos y aumentará la frecuencia, la intensidad y la duración de los fenómenos extremos (por ejemplo, olas de calor, lluvias muy intensas, sequías). Estos climas cálidos emergentes afectarán negativamente al aprovechamiento de la tierra (a través de cambios en la productividad de los cultivos, las necesidades de riego y las prácticas de gestión) y a la cubierta terrestre a través de la pérdida de productividad de la vegetación en muchas partes del mundo, y anularía cualquier beneficio para el aprovechamiento de la tierra y la cubierta terrestre provocado por el aumento de las concentraciones atmosféricas de CO2". 

    Las concentraciones atmosféricas de CO2 siguen aumentando hasta alcanzar niveles récord, y la deforestación es una de las razones de ello, según el Boletín de Gases de Efecto Invernadero de la OMM. 

    La red de Vigilancia de la Atmósfera Global de la OMM, que abarca más de 50 países, proporciona mediciones precisas que constituyen la base de nuestra comprensión de las concentraciones de gases de efecto invernadero, incluidas sus múltiples fuentes, sumideros y transformaciones químicas en la atmósfera.

    Fuente: 

  • Las plantas ingenieras construyen las marismas

    5 - 7 minutos

    A pesar de haber estado maldecidas hasta la década de los 70 del siglo pasado, como el resto de humedales, las marismas con influencia mareal se encuentran entre los ecosistemas más productivos del mundo. De su producción no solo se beneficia el propio ecosistema, sino que también lo hacen los estuarios que las albergan y los ecosistemas litorales próximos.

    Un refugio de biodiversidad

    En las marismas se encuentran los hábitats necesarios para completar los ciclos biológicos de numerosas poblaciones faunísticas. Actúan como zonas de cría y guardería de estas especies. Entre ellas, muchas de interés comercial para nosotros y que obtenemos en los estuarios o con la pesca de bajura en el litoral.

    Estos parajes también son importantes para los millares de aves que las visitan desde ecosistemas alejados a miles de kilómetros. En sus largas rutas migratorias, aprovechan las marismas como áreas de repostaje, de descanso o de invernada. Su abundante producción les facilita los elevados recursos alimenticios y energéticos que necesitan para sus desplazamientos.

    Ejemplares de espátula común en las marismas del Odiel, Huelva (España). Ian Worsley / FlickrCC BY-NC-ND

    Las marismas también tienen implicaciones en el ciclo hidrológico y en los ciclos biogeoquímicos. Funcionan como sumidero de numerosos contaminantes y metales pesados.

    Además, suponen un almacén de CO₂, contribuyendo de manera significativa a lo que se conoce como sumideros de carbono azul. Se trata del carbono capturado por los organismos fotosintéticos de los océanos y de los ecosistemas costeros, entre ellos las marismas. Su papel se está demostrando vital a la hora de capturar y bloquear cantidades significativas de carbono durante períodos de tiempo muy amplios. Así, ofrecen un gran potencial para gestionar las emisiones de gases de efecto invernadero.

    Estos ecosistemas son igualmente importantes por atrapar y fijar sedimentos con su vegetación, modular avenidas fluviales y estabilizar las áreas litorales adyacentes. Además, nos proporcionan numerosos valores socioculturales, siempre que sepamos aprovecharlos de manera sostenible: pesca, marisqueo, cultivos, producción de sal, navegación, turismo y ocio, etc.

    Conocer mejor las marismas para conservarlas

    Debemos por tanto exigirnos la conservación de las marismas, e intentar recuperar aquellas que hemos ido degradando. Pero para ello, además de “perimetrarlas” y asignarles una figura administrativa de protección, es necesario conocer en detalle su estructura y entender los procesos que desempeñan las piezas vivas que componen su biodiversidad. Sólo así podremos mantener o restablecer sus funciones y seguir disfrutando de los bienes y de los servicios que nos ofrecen.

    Sin embargo, conseguir estos conocimientos no es casi nunca inmediato. Requiere de un gran esfuerzo y de una considerable cantidad de tiempo para los investigadores.

    Recientemente, hemos publicado el tercer estudio de una serie de publicaciones en Journal of Ecology que muestran cómo se forma una marisma costera. Concretamente, hemos estudiado las marismas del Odiel, en Huelva (España).

    Hemos seguido el desarrollo en el medio sedimentario y en la vegetación de estas marismas mareales, es decir, su sucesión ecológica, desde los años ochenta a la actualidad. Este trabajo ha necesitado de la participación de cuatro generaciones de investigadores e investigadoras de las universidades de Huelva, de Sevilla y de East Anglia en Reino Unido.

    La importancia de nuestra investigación radica en que, hasta hoy, ningún estudio había analizado una serie temporal tan amplia. Ha sido un análisis en tiempo real durante 35 años, desde el inicio de la formación de una marisma a partir de una planicie intermareal hasta una plataforma de marisma media emergida.

    Evolución de una zona de las marismas del Odiel entre 1986 y 2020. Author provided

    Los conocimientos que hemos obtenido sobre los mecanismos de sucesión primaria nos han permitido confirmar hipótesis científicas que al inicio de este estudio no disponían del respaldo experimental necesario. Aunque los elementos teóricos que aplicamos a la sucesión de las marismas fueran descritos hace ahora algo más de 300 años.

    En particular, nuestro estudio muestra los papeles centrales que desempeñan las interacciones positivas o de facilitación entre especies sobre las negativas o de competencia por los recursos. También confirma la hipótesis del gradiente ambiental (cómo varían estas interacciones entre especies a lo largo de gradientes ambientales) en la formación de estos ecosistemas.

    Cuando comenzó nuestro trabajo en 1984, el papel ecológico y evolutivo de la facilitación estaba lejos de ser aceptado como regla general. Tampoco estaba claro en ese momento que el estrés ambiental estuviera asociado con un cambio en las interacciones entre especies, pasando de la competencia entre ellas a la facilitación.

    De igual modo, el desarrollo geomorfológico ocurrido durante estos 35 años respalda la transición desde marisma sumergida a una marisma emergida. Algo que sólo estaba teorizado para esta elevación de marea.

    ¿Cómo se forman las marismas?

    En principio, los sedimentos arcillosos que arrastra un río en su tramo final van depositándose lentamente en aquellas zonas de aguas poco profundas del estuario que están más protegidas del oleaje y de las corrientes por los bancos de arena que trae el mar.

    Cuando estos sedimentos finos se acumulan y alcanzan una altura suficiente, son colonizados por la planta conocida como hierba salada (Spartina maritima).

    Spartina maritima.  José Luis Espinar, Author provided

    La hierba salada, que es capaz de vivir en fangos con muy poco oxígeno que pasan bajo el agua gran parte del día, actúa como una ingeniera ecológica. Modifica y suaviza las duras condiciones ambientales iniciales que soporta y permite así que lleguen otras especies que sin estos cambios no podrían vivir allí. Este tipo de relación entre especies es lo que conocemos en ecología como facilitación.

    La hierba salada produce estas modificaciones ambientales al atrapar continuamente con sus tallos, que actúan como una malla muy tupida, los sedimentos en suspensión que lleva el agua del estuario que inunda la zona durante cada marea alta.

    Los sedimentos, al depositarse, van creando zonas más elevadas y extensas que pasan menos tiempo sumergidas y que tienen más oxígeno en el suelo. Esto facilita que puedan ser colonizadas por otras especies.

    Una sucesión de plantas ingenieras

    La sapina (Sarcocornia perennis) es la primera especie capaz de vivir en este ambiente mejorado, acelerando el proceso de atrapar sedimentos. Es polinizada por otra especie estrechamente relacionada que vive en las zonas altas de la marisma, Sarcocornia fruticosa. El híbrido entre estas dos especies de sapinas coloniza el centro más elevado de los montículos marismeños, con condiciones ambientales aún más suaves y, con el tiempo, logra desplazar a su madre.

    Sarcocornia fruticosa en las salinas de Marchamalo, Cartagena (España). Nanosanchez / Wikimedia CommonsCC BY-SA

    Los montículos casi permanentemente inundados construidos inicialmente por la hierba salada, que es desplazada posteriormente por las sapinas, van uniéndose y aumentando en altura. Forman así una marisma de elevación media que se inunda mucho menos y coincide con el nivel medio de las mareas altas en esa zona.

    La última especie en llegar a esta marisma media en ascenso es la verdolaga marina (Atriplex portulacoides) que llega a ser la especie dominante de las marismas medias al crecer sobre las tres especies que habían llegado antes.

    Verdolaga marina (Halimione portulacoides). Meneerke bloem / Wikimedia CommonsCC BY-SA

    En esta sucesión de colonizaciones, nuestro estudio muestra cómo la competencia es la relación más importante, aunque la facilitación domina las relaciones entre especies en condiciones muy estresantes.

    Si bien la aparición del híbrido de sarcocornia puede ser idiosincrásica de este sistema mediterráneo, las otras especies están ampliamente distribuidas en las marismas saladas europeas. En consecuencia, es probable que nuestros hallazgos sean ampliamente aplicables y tengan poder predictivo para la conservación y la restauración de marismas.

    Actualmente, las marismas deben ser consideradas como uno de los objetivos de carbono azul más atractivos y viables para cualquier proyecto de compensación de conservación o restauración en la mayor parte de nuestro litoral.

    En definitiva, nuestro estudio va a permitir comprender mejor cómo funcionan este tipo de ecosistemas, tan frágiles y amenazados, que son tan importantes para la biodiversidad, para la producción y para el equilibrio ecológico de nuestro planeta.

    Finalmente, cabe destacar la paradoja que supone el hecho de que estas tres décadas y media en las que hemos conseguido estos conocimientos suponen toda una vida para el investigador, pero son una excepción en la naturaleza por la rapidez con la que ocurre la sucesión en las marismas.

    Solo la investigación nos permitirá establecer las premisas necesarias para preservar nuestros ecosistemas y los bienes y servicios que nos ofrecen.

    Fuente: Eloy Manuel Castellanos Verdugo Profesor Titular de Ecología, Universidad de Huelva

  • Por qué necesitamos leyes que protejan el suelo

     5 - 6 minutos

    Jorge Mataix-SoleraAuthor provided

    Los suelos son la base de la vida y uno de los ecosistemas más ricos en especies: albergan una cuarta parte de la biodiversidad del planeta. Según la FAO, un gramo de suelo puede contener más de 1 000 millones de células microbianas. Todo ello se corresponde con miles de millones de genomas diferentes.

    Esta biodiversidad, junto con las propiedades que caracterizan al suelo, le confieren un papel fundamental en el desarrollo de muchos procesos ecológicos en el sistema terrestre que son imprescindibles para la vida. Entre ellos se incluyen la regulación del ciclo de nutrientes, la regulación del ciclo hídrico, la producción de alimentos y fibras, la producción de medicamentos, el control de plagas, la capacidad de amortiguación de contaminantes al evitar que entren en la cadena trófica, etc.

    No se puede alcanzar la sostenibilidad sin contar con el suelo. Es la base de los ecosistemas y el segundo mayor sumidero de carbono después de los océanos. Es un recurso no renovable a escala de tiempo humana y de él obtenemos la mayor parte de nuestros alimentos.

    Amenazas para el suelo

    Los suelos son capaces de mantener todos estos servicios ecosistémicos cuando se encuentran en condiciones de calidad óptima porque su uso y gestión es el apropiado. Cuando estas condiciones cambian como consecuencia de la actividad humana, se produce un desequilibrio y el suelo va perdiendo sus capacidades, poniendo en peligro, por ejemplo, la producción de alimentos.

    En la actualidad los suelos están sometidos a una creciente presión a menudo combinada con prácticas de manejo poco sostenibles, que anualmente destruyen grandes extensiones de suelo fértil a nivel mundial. Las mayores amenazas para el suelo son la deforestación, la urbanización, la contaminación, la salinización, la erosión acelerada y los incendios, entre otras.

    Estas situaciones se están viendo agravadas por el escenario de cambio climático que sufre nuestro planeta y que es especialmente grave en zonas semiáridas como el sureste español. El calentamiento global, la degradación del suelo y la pérdida de biodiversidad han convertido a este recurso en uno de los más vulnerables del mundo.

    El suelo es un gran aliado para mitigar y luchar contra el cambio climático. Es una de las piezas claves. Un suelo bien manejado es capaz de secuestrar carbono, mientras que si se maneja mal emite más gases de efecto invernadero de los que debería.

    Un recurso olvidado

    El suelo ha sido el gran olvidado en las políticas territoriales y ambientales. No consideramos la importancia que tiene. No se ha invertido lo suficiente en estudiarlo en detalle, pero no se puede hacer una correcta política territorial y ambiental sin un buen conocimiento de los suelos, que son muy diversos.

    Si no se dispone de una cartografía de detalle con información a la escala adecuada puede destinarse un territorio muy apto para un uso agrícola a otra actividad. Necesitamos transmitir todo esto a la sociedad para que se consigan finalmente políticas que tengan en cuenta al suelo, sus funciones, y la importancia de preservarlo y manejarlo adecuadamente.

    Por todo ello, y considerando que el suelo es un ecosistema esencial, complejo, multifuncional, vivo y de crucial importancia medioambiental y socioeconómica, que desempeña numerosas funciones clave y presta servicios vitales para la existencia humana y la supervivencia de los ecosistemas, que además constituye el mayor almacén terrestre de carbono, se hace imprescindible proteger los suelos de la degradación.

    Un margo legislativo de protección

    Con este objetivo, es necesario un marco jurídico común a escala de la Unión Europea para la protección y el uso sostenible del suelo. Debe establecer los criterios relacionados con el buen estado del suelo y su uso sostenible, los mecanismos necesarios para el intercambio de buenas prácticas y formación en el manejo del mismo, y medidas de control adecuadas para el mantenimiento de su calidad.

    Este marco debe ir acompañado de los recursos financieros adecuados y estar integrado con los objetivos políticos e instrumentos pertinentes.

    Hay ya algunos avances que nos dan cierta esperanza. El pasado 28 de abril, el Parlamento Europeo publicó la Resolución sobre Protección del Suelo, avalando su importancia y ratificando la necesidad de su protección para los estados miembros.

    La nueva Estrategia Europea de la UE publicada en noviembre de 2021 destaca la relevancia del suelo en la mitigación y adaptación al cambio climático y la relación entre el suelo y la economía circular. Además, pone en valor la importancia de avanzar en el conocimiento de la biodiversidad edáfica como clave para hacer un uso sostenible del suelo y mantener la salud de los ecosistemas.

    La Agenda 2030 pone de manifiesto la necesidad de conservar los suelos del mundo. La pérdida de suelos sanos y vivos pone en peligro la existencia de la especie humana.

    La concienciación de los ciudadanos sobre el papel del suelo es fundamental, de ahí la importancia de hacer divulgación. Es responsabilidad de todos, y especialmente de los que trabajamos en ciencia del suelo: debemos transmitir mejor nuestros conocimientos y comunicar lo que sabemos a la sociedad. De esa manera, el conocimiento se traducirá en políticas territoriales y ambientales que tengan en cuenta más este recurso.

    Desde la Sociedad Española de la Ciencia del Suelo estamos haciendo esfuerzos en esta dirección y organizamos multitud de actividades de difusión, cursos, conferencias, material divulgativo, y especialmente estos días con motivo de la celebración del Día Mundial del Suelo.

    Si protegemos el suelo, protegemos la vida.

    Fuente: Autores:Fuensanta Garcia-Orenes Directora del Área Ambiental UMH. Catedrática de Edafología, Dpto. Agroquímica y Medio ambiente, Universidad Miguel Hernández y Jorge Mataix-Solera Catedrático de Edafología en la Universidad Miguel Hernández. Presidente de la Sociedad Española de la Ciencia del Suelo, Universidad Miguel Hernández