RSS Feed

 

 

 





 

 

 

 

 

 

 

 Próximos eventos:

 Últimos eventos:

 

 

Login

Energías renovables

  • ¿Quemar bosques para generar electricidad?

    Americanheritagebiomass / Wikimedia CommonsCC BY-SA

     

    Estamos en medio de una emergencia climática. Los científicos llevan más de 40 años advirtiéndonos de que sus datos sobre el clima global revelan tendencias alarmantes y que debemos actuar con urgencia. Y sin embargo, las emisiones de gases de efecto invernadero siguen aumentando.

    Necesitamos cambiar nuestra forma de obtener energía, y reemplazar el uso de combustibles fósiles por renovables que no emitan carbono a la atmósfera. El Pacto Verde Europeo se propone que el continente sea climáticamente neutro. Para ello la Unión Europea promueve la obtención de energía de fuentes renovables como eólica, solar, hidráulica, mareomotriz, geotérmica y a partir de biocarburantes, incluida la biomasa forestal.

    El uso de la biomasa para reemplazar al carbón ha sido acogido con entusiasmo en varios sectores industriales. Los fondos europeos de recuperación y resiliencia están aportando grandes cantidades que los gobiernos locales destinan a adaptar centrales térmicas para quemar biomasa donde antes se quemaban combustibles fósiles.

    Críticas desde la ciencia

    Menos entusiasmo se percibe desde sectores científicos. En febrero de 2021, más de 500 científicos y economistas dirigían una carta a los principales mandatarios mundiales urgiéndoles a preservar los bosques y desechar el uso de biomasa como fuente de energía. El argumento es simple: dejemos que los árboles sigan capturando y almacenando carbono, lo que nos ayudará con las dos crisis a las que nos enfrentamos, la climática y la de biodiversidad.

    A este argumento se suma el hecho de que la cantidad de CO₂ que se emite para generar un kilovatio de energía es mayor si se usa biomasa que si se quema carbón. La combustión de biomasa en forma de pellets también emite gran cantidad de gases y partículas nocivos para la salud.

    Visiones contrapuestas

    La respuesta de la industria es igualmente simple: el carbono que se emite al quemar pellets de biomasa volverá a ser capturado por los árboles, así que el balance neto sería neutro. Pero liberar en unos segundos lo que un árbol ha acumulado durante toda su vida genera una deuda de carbono. Compensarla requiere décadas, dependiendo del tipo de árbol y de bosque, y en el contexto actual de emergencia climática, no disponemos de ese tiempo.

     

    La central térmica de Drax, en el NE de Inglaterra, ha pasado de solo quemar carbón a usar biomasa como combustible principal. Dave Pickersgill / GeographCC BY-SA

     

    Además, cortar, transportar y preparar la madera para su combustión conlleva unas emisiones que en ningún caso se recuperan.

    Evidentemente, siempre, en algún sitio, habrá un árbol capturando y almacenando carbono. La disyuntiva está en permitir que haya el mayor número posible de árboles almacenando carbono y formando parte de un ecosistema maduro, o cortar, triturar y quemar una parte de ellos liberando otra vez ese carbono a la atmósfera. Pero el balance solo será neutro si se emite al mismo ritmo que se fija.

    El impacto sería menor si los pellets se produjeran a partir de restos de la actividad maderera, como ramas y pequeños trozos sin valor de mercado. Pero eso no basta para alimentar las centrales ya en marcha. Las plantas productoras de pellets utilizan mayoritariamente árboles completos.

     

    Vista aerea de la planta de producción de pellets de biomasa de Amite BioEnergy, Drax Biomass, en Mississippi. Drax

     

    ¿Y si pudiésemos capturar y almacenar el CO₂ en las plantas en las que se quema la biomasa? De hecho, la tecnología existe (BECCS) aunque está sin desarrollar a la escala necesaria. Por otra parte, aunque se pudiera capturar todo el carbono en los puntos de emisión, producir electricidad usando biomasa forestal seguiría resultando en pérdida de biodiversidad si esto exige cortar bosques o crear nuevas plantaciones.

    Bosques y plantaciones

    En este contexto es importante diferenciar entre un bosque y un cultivo forestal. Los bosques son ecosistemas formados por árboles de diferentes especies y tamaños e incluyen estratos arbustivos que son fundamentales para su biodiversidad. Deforestar, alterar bosques maduros, implica una pérdida de biodiversidad.

    Las plantaciones forestales están manejadas para maximizar la producción de madera. Todos los árboles de una parcela se plantan a la vez de manera que el crecimiento sea uniforme, y se eliminan competidores y herbívoros.

     

    Un bosque (arriba) tiene árboles de diferentes especies, edades y tamaños, además de otras plantas, arbustivas y herbáceas . En una plantación forestal (abajo) los árboles son todos del mismo tamaño y suelen estar dispuestos de manera regular. Rolando Rodríguez Muñoz (foto superior) y RhinoMind / Wikimedia Commons (foto inferior)CC BY-SA

     

    Los cultivos energéticos emplean especies no autóctonas de crecimiento muy rápido para que los ciclos de tala sean cortos. Para producir pellets se puede usar también madera de menor calidad que la requerida para pasta de papel o carpintería. El resultado es que estos cultivos son todavía más diferentes de un bosque que las explotaciones forestales destinadas a otros usos. Aunque reemplazar bosques maduros por cultivos forestales puede parecer un cambio pequeño en el uso del territorio, las consecuencias para la biodiversidad son dramáticas.

    Comercio global

    En Europa, como ocurrió con la revolución industrial, Gran Bretaña también ha tomado la delantera en reemplazar carbón por biomasa. Pero la producción local de pellets no alcanza, así que la mayoría de lo que se quema procede de otras regiones, principalmente el SE de los EE. UU..

    Esto añade a la ecuación el carbono requerido para transportar el combustible a través del Atlántico. El resultado es un impacto ecológico, económico y social negativo en las dos orillas.

    El futuro ya está aquí

    La Unión Europea debe decidir si sigue invirtiendo millones en producir energía quemando biomasa forestal. Para basar esa decisión en conocimiento científico, ha encargado un informe al Joint Research Centre.

    El informe concluye que la biomasa no es neutra en carbono. Solo en condiciones especiales de manejo forestal y usando restos de la industria maderera sería aceptable usar biomasa para producir energía. Convertir bosques en plantaciones de cultivos energéticos sería “extremadamente negativo” para la biodiversidad local. La recomendación final es que los países controlen los incentivos financieros a este tipo de actividad industrial.

    A la vista de la evidencia científica acumulada, lo esperable es que en un futuro cercano la Unión Europea elimine la biomasa forestal de la lista de energías renovables. Mientras tanto, parece poco sensato seguir invirtiendo fondos públicos en quemar bosques para generar electricidad.

     

    Publicado el 22 de diciembre de 2021 en The Conversation. Enlace al originai: https://bit.ly/3f2FpYW

    Cláusula de Divulgación

    Alfredo Fernández-Ojanguren es miembro de la asociación Geotrupes, un grupo de investigadores que promueve el uso de conocimientos científicos en la conservación y el manejo del patrimonio natural.

    Rolando Rodríguez Muñoz es miembro de Geotrupes, una entidad sin ánimo de lucro. Su trabajo en la Universidad de Exeter está financiado por el Natural Environment Research Council de Reino Unido.

    Nuestros socios

    Universidad de Oviedo aporta financiación como institución fundacional de The Conversation ES.

    Ver todos los asociados

  • Almacenamiento energético: ¿el gran desafío para las renovables?

     4 - 6 minutos

    Se estima que la demanda global de energía habrá aumentado un 4,6 % al finalizar 2021, recuperando la tendencia creciente interrumpida por la pandemia de la covid-19. Al mismo tiempo, la potencia instalada de energía renovables creció más de un 10 % a nivel global en el año 2020. Los datos indican que estamos recorriendo el camino hacia la descarbonización.

    Pero la transición energética no podrá ser definitiva si no somos capaces de compensar el suministro intermitente de energía que aportan las renovables. La producción de energía solar y eólica depende de factores que pueden sufrir grandes variaciones a lo largo de un mismo día. Para poder integrarlas en el sistema de generación de energía es necesario combinarlas con un sistema de almacenamiento energético.

    El almacenamiento de energía se asocia directamente con las baterías eléctricas. Esto es aún más frecuente si tenemos en cuenta el creciente aumento del uso de vehículos eléctricos. La tecnología de baterías eléctricas ha experimentado un gran desarrollo y los costes se están reduciendo de forma significativa. Sin embargo, aún es necesario aumentar su vida útil y favorecer la reutilización y reciclaje de sus componentes.

    Afortunadamente, las baterías eléctricas no son la única forma de almacenamiento energético. Las fuentes de energía renovable actuales pueden combinarse con sistemas de almacenamiento mecánico, térmico y químico.

    Almacenamiento mecánico: centrales hidráulicas de bombeo

    Las centrales hidráulicas de bombeo son un tipo especial de central hidroeléctrica. Utilizan un sistema de turbinas hidráulicas para producir electricidad a partir de la energía potencial almacenada en el agua de un embalse. Adicionalmente, incorporan un sistema de bombeo que permite volver a impulsar el agua al embalse.

    A menudo, estas instalaciones funcionan con dos embalses, uno superior y otro inferior. Bombear agua al embalse superior tiene un coste en electricidad, pero este coste varía a lo largo del día. Así, en los periodos de alta demanda de electricidad, la central funcionará de la forma habitual para producir electricidad. En los periodos de baja demanda de electricidad, el agua se bombea hacia el embalse superior y se almacena. El proceso de bombeo aumenta la energía potencial del agua para que pueda ser utilizada en las turbinas en periodos de alta demanda de electricidad.

    Se trata de una tecnología muy eficiente y flexible. Por esta razón más de un 90 % de la potencia de almacenamiento energético de Europa es de este tipo. En España hay varios proyectos en marcha, como el de Salto de Chira en Gran Canaria .

    Presa de Chira, en Gran Canaria. Salto de Chira

    Almacenamiento térmico: centrales de concentración solar

    No todas las fuentes de energía se emplean para producir electricidad. La energía en forma de calor se puede producir con una eficiencia mayor que la electricidad. En el caso de las energías renovables, la energía solar térmica es una de las más utilizadas.

    La energía solar de baja temperatura se emplea ampliamente en viviendas para la producción de agua caliente. Para que estas instalaciones sean eficientes, deben contar con un sistema de almacenamiento térmico. Consiste en un depósito que almacena el agua caliente producida por la instalación solar que no se consume. Gracias a este sistema podemos tener agua caliente durante la noche.

    Sin embargo, donde la energía solar térmica tiene un potencial más elevado es en las aplicaciones de alta temperatura. La tecnología de concentración solar permite alcanzar grandes temperaturas, siendo capaz de generar vapor de agua. Este vapor puede aprovecharse de la misma forma que se hace en una central térmica convencional, por lo que es posible generar electricidad. El problema del ciclo de vapor de una central de concentración es la intermitencia de la radiación solar. Para poder producir electricidad de forma continua es necesario emplear un sistema de almacenamiento de energía.

    En este caso, se utilizan materiales de elevada capacidad calorífica como las sales fundidas (nitrato sódico, nitrato potásico…). Estos materiales son capaces de almacenar la energía térmica que no se está empleando para la producción eléctrica durante horas. De esta forma, puede utilizarse en momentos en los que no hay luz solar o la demanda de electricidad aumenta.

    Gemasolar, planta de energía termosolar de concentración con sistema de almacenamiento térmico en sales fundidas (Fuentes de Andalucía, Sevilla). Wikimedia Commons / kallernaCC BY-SA

    Almacenamiento químico: hidrógeno

    Los sistemas de almacenamiento químico se basan en la transformación de energía eléctrica en energía de enlaces químicos. Esta energía puede ser extraída cuando se requiera o pueden usarse estas moléculas en procesos industriales. Si se utiliza electricidad de fuentes renovables se logran combustibles renovables, como el llamado hidrógeno verde.

    El hidrógeno es una molécula con un poder calorífico muy elevado. Para obtener la misma cantidad de energía que contiene 1 kg de hidrógeno, necesitamos quemar 2,78 kg de gasolina.

    Aunque el manejo de hidrógeno tiene algunos problemas de seguridad por su elevada inflamabilidad, cada vez estamos más cerca de un futuro basado en este combustible. Esta es, de hecho, una de las estrategias de España, como se expone en la Hoja de Ruta del Hidrógeno. Se espera que este sistema de almacenamiento químico sea capaz de eliminar las emisiones provocadas por el sector del transporte.

    Sistema de almacenamiento y suministro de hidrógeno en el Centro Aeroespacial de Alemania en Colonia. DLRCC BY-SA

    No hay un sistema de almacenamiento mejor que otro. La clave está en combinarlos todos de forma adecuada. El amplio abanico de tecnologías de almacenamiento de energía existente puede contribuir de manera combinada a la neutralidad climática.

    El almacenamiento energético es fundamental para reducir la dependencia de combustibles fósiles. A la larga, será esencial para garantizar un sistema basado en energías renovables y libre de emisiones.

     

    Fuente:   Autor:.Profesor contratado doctor. Área de Organización Industrial y Electrónica., UNIR - Universidad Internacional de La Rioja

     

  • Cómo dejar de depender de las importaciones de combustibles fósiles de forma rápida y segura

     5 - 6 minutosObras de construcción del gasoducto Nord Stream para transportar gas natural ruso a Alemania. Alexander Chizhenok / Shutterstock

    No son tiempos fáciles para la Unión Europea en temas de energía. Su dependencia exterior de combustibles fósiles (petróleo, gas, etc.) es muy elevada. Gran parte de esa dependencia está en manos de potencias extranjeras (Rusia entre ellas), y en estos momentos de guerra en Ucrania y presiones internacionales sobre Rusia, Europa se encuentra en una encrucijada. ¿Puede realmente dejar de depender de las importaciones de recursos fósiles de Rusia (y otros países)?

    Se puede y se debe intentar. Se necesita ver si otra Europa, energéticamente hablando, es posible. Una Europa progresivamente menos dependiente de los combustibles fósiles (vengan de donde vengan). Pero para esto hay que tomar un conjunto de medidas y aplicarlas a fondo.

    Este conjunto de acciones debe incluir medidas de ahorro y eficiencia energética; la sustitución paulatina de los combustibles fósiles apoyada en un despliegue, a mayor velocidad, de las energías renovables tanto en la industria como en los hogares; una diversificación cuidadosa del suministro de energía, etc.

    Muchas de estas medidas ya estaban recogidas y mencionadas en el Objetivo 55 de la Unión Europea, su plan para la transición ecológica, que ahora necesita actualizarse y, dadas las circunstancias, acelerarse un poco más.

    Los objetivos son ambiciosos. La UE se ha fijado, con la legislación europea sobre el clima, el objetivo vinculante de lograr la neutralidad climática de aquí a 2050. Para ello, a lo largo de las próximas décadas habrá que reducir drásticamente los niveles actuales de emisiones de gases de efecto invernadero. En un paso intermedio hacia esa neutralidad, la UE ha elevado sus pretensiones en materia ambiental comprometiéndose a reducir las emisiones en al menos un 55 % de aquí a 2030.

    ¿Qué medidas se pueden tomar?

    1. Aumentar el aporte renovable en el mix energético

    La primera medida es aumentar considerablemente el aporte y contribución de las energías renovables en la combinación energética global (mix energético de cada país), subiéndolo un 10 % más de media respecto a lo recogido en la directiva europea sobre fuentes de energía renovables.

    Para llevarlo a cabo, sería muy conveniente aumentar la penetración e integración de las energías renovables en aquellos sectores en los que ha avanzado menos. En particular en el transporte, la construcción y la industria.

    1. Aceleración y simplificación de trámites

    Para conseguir la primera medida, deben reducirse los tiempos y simplificarse las tramitaciones lentas y complejas de grandes proyectos de energías renovables. Esto puede hacerse desde una modificación específica de la directiva sobre fuentes de energía renovables para reconocer a estas energías de interés público primordial. Se deben establecer áreas de acceso específicas, con bajos riesgos ambientales, para la instalación de proyectos de energías renovables con procesos de autorización abreviados y simplificados.

    Se deben agilizar y a la vez hacer precisos estos procesos de selección de emplazamientos poniendo a disposición de los ciudadanos conjuntos de datos sobre áreas ambientalmente sensibles, como parte de las herramientas de cartografía digital accesibles a los usuarios a través de las páginas web de los ministerios o ámbitos de gobernanza implicados. Estos datos geográficos estarán relacionados con la energía, la industria y las infraestructuras.

    1. Repotenciación de plantas existentes

    Además de la instalación de nuevas plantas de energía renovable, la repotenciación de las plantas existentes podría contribuir en gran medida a la consecución de los objetivos. Por lo general, las plantas existentes se han instalado en lugares con un importante potencial de recurso energético renovable. La repotenciación va a garantizar el uso continuado de estos emplazamientos y va a reducir la necesidad de buscar nuevos lugares para llevar a cabo proyectos.

    La repotenciación incluye otros beneficios como la conexión a la red existente, un probable mayor grado de aceptación pública y el conocimiento de los impactos ambientales existentes al haber pasado una evaluación ambiental en el proyecto previo.

    En estos casos, el proceso de concesión de permisos, incluidas las evaluaciones ambientales, debería limitarse a los impactos potenciales resultantes del cambio o ampliación en comparación con el proyecto original.

    1. Cambios en el sector del transporte

    En el sector del transporte, las medidas se pueden tomar en varias vertientes:

    • En las empresas y sedes de empresas de transportes: implementando más instalaciones de energías renovables e introduciendo medidas de ahorro y eficiencia energética.
    • En las estaciones de servicio de combustibles: tienen que ir cambiando su aspecto a electrolineras que oferten gasolina y diésel mientras dura la transición energética, pero ofrezcan también tanto espacios de recarga para vehículos eléctricos como biodiésel, bioetanol, hidrógeno y aire comprimido para transporte terrestre.

    Estas electrolineras o estaciones de servicio de combustibles deberían estar abastecidas mediante energías renovables: fotovoltaica, minieólica, etc., tanto para dar el soporte a los equipos de carga rápida y media de baterías como para producir y almacenar in situ el hidrógeno mediante electrolizadores allí donde fuera necesario.

    Tampoco hay que perder de vista los cambios necesarios en estaciones de abastecimiento de combustible y fuentes alternativas de suministro de energía tanto a los buques en los puertos como a las aeronaves estacionadas en aeródromos y aeropuertos.

    1. Cambios en el sector de la construcción

    En el sector de la construcción es necesario revisar al alza las exigencias de las normativas actuales, incluido el Código Técnico de la Edificación (CTE), en cuanto a niveles de aislamiento en edificios y contribución de las energías renovables en los consumos del mismo. Conviene ir, más pronto que tarde, a estándares de edificios de nueva construcción de consumo energético prácticamente nulo. Cuando se hagan rehabilitaciones energéticas de edificios ya existentes, conviene hacerlas tendiendo al estándar de consumo cero.

    Debe incluirse también la opción de desarrollar tejados solares con una obligación legal gradual de instalar paneles solares en nuevos edificios públicos y comerciales y nuevos edificios residenciales, diferente y complementaria a la que había inicialmente en el CTE y sus primeras versiones.

    Asimismo, debe aumentar a más del doble la tasa de despliegue de bombas de calor e implementarse medidas para integrar la energía geotérmica y solar térmica en los sistemas de calefacción y agua caliente sanitaria comunitarios y de distrito modernizados.

    Estas medidas siempre deben combinarse con otras específicas destinadas a proteger a los consumidores más vulnerables.

    El Plan REPowerEU y su financiación

    Para englobar y adoptar todas estas medidas, la Comisión Europea acaba de presentar el Plan REPower como respuesta a los desafíos que en materia energética hay planteados actualmente.

    Es un plan que no camina solo. Su núcleo impulsor es el Mecanismo de Recuperación y Resiliencia, que se desarrollará con el proyecto y financiación de las necesarias infraestructuras transfronterizas y nacionales, además de otras reformas. El plan total necesitará aproximadamente 300 000 millones de euros de inversión, de los cuales 75 000 vendrán vía subvenciones y 225 000 tienen que llegar a través de préstamos.

    Entre 1 500 y 2 000 millones de euros se destinarán a construir oleoductos en los países de la UE más dependientes del petróleo ruso y otros 10 000 millones de euros se destinarán a gas e infraestructuras de gas natural licuado. Durante esta transición serán necesarios, ya que hay que compensar completamente la pérdida futura de las importaciones de gas y petróleo rusos.

    Sin embargo, el mayor montante de esta financiación se va a dedicar a acelerar la penetración de las energías renovables, cerca de 113 000 millones de euros. De ellos, una partida de 27 000 millones de euros se invertirán en infraestructuras de hidrógeno, unos 29 000 millones de euros se invertirán en la mejora de las redes de distribución de electricidad, 56 000 millones a implantar sistemas de ahorro y eficiencia energética, 41 000 millones a impulsar la adaptación de la industria para reducir el consumo de combustibles fósiles y 37 000 millones a impulsar la producción de biometano para el final de la década.

    Desde la Comisión Europea se ha abierto la puerta a que la financiación de este Plan REpowerEU se conduzca a través del Plan de Recuperación y Resiliencia, utilizando los préstamos todavía no usados al amparo de este plan y que suman un total de 225 000 millones de euros. A todo esto debe sumarse una financiación adicional mediante subvenciones a cargo de la subasta de comercio de derecho de emisiones, por un valor cercano a los 20 000 millones de euros.

    Los resultados que se espera obtener son ambiciosos: bien ejecutado, este plan permitiría a la UE reducir un 66 % las compras de gas ruso este año y liberarse totalmente de esas importaciones en 2030.

    Es importante alcanzar estas metas. No solo para reducir al mínimo nuestra dependencia energética del exterior o forzar un saludable cambio de hábitos y patrones energéticos en los ciudadanos y las empresas, sino también para darle completamente la vuelta a la relación desajustada que hasta ahora hemos mantenido como europeos con la energía que producimos, usamos y consumimos.

    Fuente: Juan José Coble Castro, Director del Máster en Energías Renovables y Eficiencia Energética, Universidad Nebrija.

  • Los riesgos de la energía eólica para los ecosistemas marinos

    6 - 8 minutos Cap de Creus, Girona, visto desde el mar en el que está previsto el despliegue del parque eólico marino Tramuntana. Shutterstock / Damsea

    Ante el cambio climático, es urgente reducir las emisiones de gases causantes del efecto invernadero. Ello implica reducir el consumo energético y utilizar energías renovables como la eólica marina, señalada por la Unión Europea (UE) como un sector clave de la llamada “economía azul”.

    Para que Europa sea climáticamente neutra en 2050, se estima que la energía eólica marina debería aportar el 30 % de la demanda eléctrica de los Estados miembros. Esto conlleva un incremento de la capacidad eólica marina desde los 12 GW actuales hasta los 300 GW en 2050.

    Para cumplir con estos objetivos, se han instalado parques eólicos offshore (alejados de la costa) en el mar del Norte y el Báltico. Su implementación ha requerido la evaluación del impacto ambiental sobre los ecosistemas, siguiendo estrictamente la normativa pautada por la UE.

    En el litoral español, donde las empresas tienen interés en promover parques eólicos marinos al calor de los fondos europeos Next Generation, deben realizarse, urgentemente, estudios científicamente robustos e independientes sobre sus impactos potenciales en base a las características ecológicas y socioeconómicas particulares. 

    Riesgos para los ecosistemas marinos

    Tómese como ejemplo la costa mediterránea. El Mediterráneo es un mar semicerrado con gran biodiversidad y es ecológicamente muy frágil debido a las múltiples presiones humanas que experimenta. La instalación de parques eólicos constituye un nuevo riesgo para los ecosistemas mediterráneos.

    Los estudios realizados en los mares nórdicos, revisados durante el proyecto europeo Pharos4MPAs y el informe reciente de la IUCN, indican que las fases de construcción, operación y desmantelado de los parques eólicos marinos conllevan el riesgo de colisión de aves, mamíferos y tortugas marinas con las instalaciones.

    Estas infraestructuras también suponen otros problemas ambientales como los siguientes:

    • Contaminación acústica (causada por turbinas y el montaje de estructuras) para los mamíferos y otros animales marinos.
    • Contaminación por metales pesados procedentes de los ánodos de sacrificio.
    • Daño de los fondos marinos por las anclas y el tendido y despliegue de cables.
    • Destrucción o modificación de los hábitats y su biodiversidad.
    • Efectos dañinos de los campos electromagnéticosde los cables sobre los peces y otros recursos pesqueros.

    Es importante recordar que la mitad norte de la costa catalana alberga uno de los patrimonios de biodiversidad marina más importante de todo el Mediterráneo.

    Esquema de configuración de cables submarinos de un aerogenerador flotante. Fuente: Helenic Cables modificado por SENER.

    El parque eólico marino Tramuntana

    Por otro lado, el litoral español carece de una plataforma continental amplia (con algunas excepciones). Por eso muchas actividades humanas y espacios marinos protegidos se concentran en un espacio reducido. También se proyectan en esta franja cercana a la costa los parques eólicos marinos, pues más allá, las profundidades serían excesivas y no adecuadas para su anclaje.

    Un ejemplo es el recientemente propuesto parque eólico marino Tramuntana entre el cabo de Creus y el golfo de Roses (Costa Brava). Contempla la instalación de 65 turbinas con una potencia equivalente a casi el 90 % de la energía eléctrica requerida por la provincia de Girona.

    Ámbito del proyecto del parque eólico marino flotante Tramuntana.

    La ubicación del parque Tramuntana (incluyendo los cables del transporte de electricidad hasta la estación terrestre) sería adyacente a un amplio abanico de zonas protegidas: una Zona de Especial Protección para las Aves (ZEPA Espacio Marino del Empordà), un Lugar de Importancia Comunitaria (LIC Sistema de Cañones Submarinos Occidentales del Golfo de León), dos reservas marinas (ZEPA, LIC y Zonas Especialmente Protegidas de Importancia para el Mediterráneo, ZEPIM Cap de Creus y El Montgrí-Les Medes-El Baix Ter), el Corredor de Migración de Cetáceos del Mediterráneo (declarado Área Marina Protegida por el Ministerio para la Transición Ecológica en 2018) y la zona Natura 2000 de la Bahía de Roses (zona marítima de los Aiguamolls del Empordà).

    En este contexto, se requiere el análisis exhaustivo de los potenciales daños ecosistémicos a gran escala –más allá de la zona ocupada por los aerogeneradores– en estas áreas ecológicamente frágiles.

    Además, los fenómenos meteorológicos extremos relacionados con el cambio climático (como el temporal Gloria en enero de 2020) pueden deteriorar las instalaciones y comportar peligros adicionales para el medio natural a más largo plazo. Tampoco hay que olvidar el creciente riesgo de accidentes (colisiones de barcos con las turbinas, riesgo de fuego en las turbinas, etc.) que pueden conllevar graves daños para las personas y el medio ambiente colindante.

    Impacto en el paisaje y las costas

    Por otro lado, a diferencia de los mares nórdicos, en muchas zonas del litoral español el paisaje es un elemento clave de identificación y vínculo tanto para la población local como para los millones de turistas que visitan nuestras costas a fin de obtener los beneficios que nos propicia el medio marino.

    El contacto con el mar es saludable, permite la realización de actividades recreativas, y constituye patrimonio natural y cultural. Por este motivo el impacto de los megaparques eólicos marinos en zonas como el cabo de Creus, el golfo de Roses y Montgrí-Illes Medes, con un paisaje valioso y un conjunto arqueológico y monumental único (Empúries), es preocupante.

    Yacimiento arqueológico grecorromano de Empuries, en el Golfo de Roses, Cataluña, España. Shutterstock / JLJUSSEAU

    Tampoco puede ignorarse que se requerirá el despliegue de grandes infraestructuras para el ensamblaje, construcción y mantenimiento de los grandes parques eólicos, con la consiguiente industrialización de los puertos y la costa adyacente. Es más, estos grandes parques eólicos pueden conllevar en el futuro la creación de plantas de producción de hidrógeno para almacenar la energía eólica producida. Esta industrialización de la costa constituye una presión adicional sobre el medio litoral y marino.

    Los interrogantes que generan proyectos como el Tramuntana nos han llevado a elaborar un manifiesto, apoyado por más de 100 científicos de más de 20 universidades, centros de investigación y otras instituciones científicas españolas solicitando a las Administraciones públicas que consideren, con rigor e independientemente de lo que estimen las empresas, los riesgos de los parques eólicos marinos para el medio ambiente y se reconsidere la estrategia eólica marina para adaptarla a las peculiaridades ecológicas y socioeconómicas de la costa española, con un estudio de proyectos alternativos y dimensionados.

    Se deben evaluar los impactos del parque eólico y de las infraestructuras asociadas, y su rol en el mix energético local, autonómico y estatal. Y todas las evaluaciones y análisis deben ser accesibles públicamente y trazables respecto a sus fuentes de financiación.

    Fuente:  Autores: 

    Antonio Turiel Investigador científico, Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC)

    Alberto Olivares Investigador contratado del Departamento de Ecología Marina, Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC)

    Ana Sabatés Freijo Investigadora científica en el Departamento de Recursos Marinos Renovables, Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC)

    Elisa Berdalet Andrés Scientific Researcher, Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC)

    Jordi Solé Ollé Profesor Agregado. Especialidad: oceanografía, sistemas energéticos, sistemas complejos y clima, Universitat de Barcelona

    Josep Lloret Director of the Oceans and Human Health Chair and the SeaHealth research group, Universitat de Girona

    Josep-Maria Gili Profesor de Investigación, Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC)

    Josep Vila Subirós Profesor Titular Geografía Física, Universitat de Girona

    Rafael Sardá Borroy Investigador científico en la Unidad de Sistemas Socioecológicos Marinos y Costeros, Centro de Estudios Avanzados de Blanes (CEAB-CSIC) 

  • Materias primas críticas para la transición verde: ¿es posible obtenerlas sin dañar el medio ambiente?

    5 - 6 minutos

    Mykhailo pavlenko / shutterstock

    Un aerogenerador típico de 3 MW necesita más de media tonelada de neodimio y cerca de 100 kg de disprosio. Estos nombres tan particulares pertenecen a dos metales del grupo de las tierras raras, un conjunto de sustancias que se extraen sólo en algunas regiones del mundo debido a su peculiar comportamiento geoquímico, pero son indispensables para fabricar no solo nuestros teléfonos móviles, sino también las tecnologías necesarias para implantar las energías renovables y electrificar el transporte.

    La urgencia y las ventajas incuestionables de esta revolución tecnológica verde nos hacen a menudo pasar por alto una simpleza que aquí recordamos: como toda industria, está basada en materiales.

    Nuevas tecnologías y nuevos materiales

    Las nuevas tecnologías necesitan nuevos materiales, que pueden convertirse en críticos, un auténtico cuello de botella para la implantación efectiva (es decir, masiva) de dichas tecnologías si no se garantiza su suministro a un coste razonable. Como es lógico, la Comisión Europea considera el acceso a estos recursos minerales críticos como una cuestión estratégica, crucial para la economía europea a través de la ejecución del Pacto Verde.

    ¿Qué metales necesitamos para mantenernos conectados y avanzar en la revolución verde? Son muchos y algunos, además, escasos o concentrados en pocas regiones del planeta. Es el caso del famoso coltán o de las tierras raras.

    El coltán

    El coltán es en realidad el acrónimo popular que se emplea para el conjunto de los minerales llamados columbita y tantalita, que suelen aparecer mezclados. El primero es óxido de niobio, el segundo óxido de tántalo, ambos con hierro y manganeso.

    La posibilidad de extraer tántalo es lo que confiere un alto valor económico al coltán. Dicho elemento se emplea principalmente en la fabricación de condensadores de alta densidad de energía, permitiendo reducir el tamaño e incrementar la estabilidad térmica de múltiples dispositivos electrónicos. Por eso su uso es imprescindible en equipos como los teléfonos móviles.

    Las tierras raras

    Por su parte, se denomina tierras raras a los también denominados elementos lantánidos (la serie de la tabla periódica desde el lantano al iterbio) más el ytrio y el lutecio. No son tierras en el sentido popular, sino que se llamaron así debido a criterios de nomenclatura química actualmente en desuso. Y no son raras en el sentido de escasas. El adjetivo se debe a que no suelen aparecer concentradas en yacimientos, sino dispersas en minerales relativamente poco comunes.

    Los elementos incluidos en esta serie tienen en común una configuración electrónica característica que hace que tengan una química similar (lo que dificulta su separación a partir del mineral), pero propiedades físicas variadas e interesantes en muy diversos campos de la industria.

    A su vez, las tierras raras suelen dividirse en ligeras o pesadas en función de su número atómico (LREE y HREE respectivamente, por sus siglas en inglés). Uno de los ejemplos más conocidos es el neodimio, que incrementa dramáticamente la potencia de los imanes permanentes y, por tanto, el rendimiento de muchos motores y generadores eléctricos.

    El cobalto y el litio

    Hay otros elementos que se venían empleando en aplicaciones clásicas, pero que, al ser imprescindibles en tecnologías verdes, se requieren en cantidades cada vez mayores. El ejemplo más cercano es el coche eléctrico: ya hemos hablado de motores eléctricos, pero además su eficacia descansa en la producción de baterías de alta densidad de energía, que utilizan cobalto y el ya famoso litio.

    Uso de materias primas y la última evaluación de riesgo de suministro efectuada por la Comisión Europea para tecnologías claves en la transición digital y ecológica. En todos los casos, la derivada es la necesidad creciente de extracción de estos recursos mediante minería. EU Science Hub / CE

    Reciclaje frente a extracción

    Los procesos de reciclaje son, evidentemente, una fuente importante de abastecimiento de materias primas críticas que podrían facilitar el suministro en países donde no se dispone de estos materiales, impulsando el avance y establecimiento de una economía circular.

    El reciclaje de algunas materias primas de alto uso industrial es un éxito, como el caso del cobre, aluminio y aceros (ninguna de ellas críticas en la clasificación de la Comisión Europea). Desafortunadamente, el reciclado de muchos metales críticos no es tan sencillo y a menudo conlleva un alto coste energético y un procesado poco sostenible.

    Algunos de estos materiales tienen una alta tasa de reciclado al final de su ciclo de vida útil, como el vanadio (44 %), el tungsteno (42 %) y el cobalto (35 %). Sin embargo, en el caso de las tierras raras ligeras y pesadas, esta tasa de reciclado cae a valores por debajo del 6 %, principalmente porque no se cuenta con sistemas de clasificación competitivos para el mercado o porque es imposible recuperar estos elementos cuando se encuentran muy diluidos en los dispositivos, como en el caso del neodimio en aleaciones de imanes permanentes (10 % en contenido) y el indio disperso en las pantallas planas.

    Minería sostenible

    Prescindir de estos materiales o limitar mucho su uso supondría una reducción difícil de imaginar de nuestro consumo global de energía, ¡incluso energía verde!, y de equipamiento tecnológico.

    Así, junto al fomento de una cultura de ahorro y eficiencia energética y material, para muchas materias primas críticas la única solución pasa por implementar una minería también verde que permita la extracción de estos recursos cumpliendo estándares de calidad que garanticen la preservación y recuperación del medio ambiente. Así lo explicaba Tony Hand, actual embajador en Irlanda para el Pacto Climático Europeo, en una jornada sobre tierras raras organizada por los autores en Ciudad Real antes de la pandemia.

    No afrontar este reto, vigilando siempre que no se degrade en un simple greenwashing minero, es equivalente a la aceptación de que el tántalo de nuestros móviles, el cobalto de nuestras baterías, el neodimio de nuestros aerogeneradores y motores eléctricos se siga extrayendo en el patio trasero del planeta (China, Congo, Brasil…) sin controles medioambientales, a menudo con explotación infantil y socavando la ejecución del Pacto Verde en Europa por nuestra dependencia de materias primas críticas.

     Fuente: Pablo L. Higueras Higueras, Director del Instituto de Geología Aplicada de la UCLM., Universidad de Castilla-La Mancha, Daniel Salazar Jaramillo, Materiales Magnéticos para Energía, BCMAterials y José Ángel De Toro, Catedrático de Física Aplicada, Universidad de Castilla-La Mancha

  • Queensland avanza en un proyecto de hidrógeno verde y amoníaco para ser alimentado por energías renovables

    El viceprimer ministro afirma que Gladstone, la ubicación propuesta del proyecto, está en vías de convertirse en una "potencia de energía limpia"

     

    Queensland Deputy Premier Steven Miles

    El viceprimer ministro de Queensland, Steven Miles, dijo que el proyecto podría crear más de 550 puestos de trabajo durante una construcción por etapas y alrededor de 140 puestos de trabajo una vez en funcionamiento. Fotografía: Darren England/AAP

     

    El gobierno de Queensland otorgó el estado de proyecto coordinado a una propuesta de 4.7 mil millones de dólares para construir una planta verde de hidrógeno y amoníaco en Gladstone, donde los planes de transición climática se presentan como proyectos salvadores.

    La ciudad central de Queensland ha sufrido una recesión económica significativa desde el final del auge de la construcción de GNL hace unos cinco años.

    Pero el viceprimer ministro, Steven Miles, afirma que Gladstone está en camino de convertirse en una "potencia de energía limpia" gracias a la inversión en proyectos de nueva economía y transición climática.

    El multimillonario minero Andrew Forrest ya está construyendo la fábrica de electrolizadores más grande del mundo en Gladstone.

    El martes, el gobierno de Queensland anunció un proceso de aprobación simplificado, supervisado por el coordinador general, para el proyecto H2-Hub Gladstone, que producirá hidrógeno verde y amoníaco verde.

    El amoníaco verde se vendería al fabricante de explosivos para minería Orica, que está trabajando con el proponente del proyecto, H2U, en planes para una terminal de exportación de amoníaco en Gladstone.

    Miles afirmó que el proyecto podría crear más de 550 puestos de trabajo durante una construcción por etapas y alrededor de 140 puestos de trabajo una vez la planta esté en funcionamiento.

    El proyecto incluye planes para construir hasta 3 gigavatios de electrólisis y producir hasta 5.000 toneladas de amoníaco verde al día. Estaría alimentado por energía 100% renovable, a partir de energía solar y eólica de nueva construcción en Queensland.

    El ministro de Estado para el desarrollo regional y parlamentario de Gladstone, Glenn Butcher, dijo que el centro de Queensland se estaba convirtiendo en un sitio importante para proyectos de energías renovables.

    “Estas asociaciones destacan los beneficios de invertir en las regiones de Queensland y crear empleos para el futuro”, dijo Butcher.

    El hidrógeno verde se fabrica haciendo pasar una corriente eléctrica a través del agua utilizando un electrolizador alimentado por energía renovable como la eólica o la solar.

    Los analistas de energía sugirieron previamente que el hidrógeno verde probablemente supere al hidrógeno hecho con gas y carbón como la forma de energía más rentable antes del final de la década, y para cuando este tipo de industria pueda desarrollarse a escala.

    El hidrógeno se ha convertido en el centro de la propuesta actual del gobierno australiano para alcanzar las cero emisiones netas de carbono.

    El gobierno ha designado al “hidrógeno limpio” como una tecnología prioritaria de bajas emisiones que eventualmente podría ayudar a reemplazar los combustibles fósiles en el transporte, la electricidad y los procesos industriales a medida que el mundo avanza para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

    Se espera que H2U tome una decisión final de inversión a mediados de 2023, y se espera que las operaciones comiencen en 2025 y una expansión hacia el final de la década.

     

    Publicado en The Guardian el 12 de abril de 2022 por Ben Smee. Enlace al original: https://bit.ly/3M03L3M