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Emisiones de CO2

  • El último informe del IPCC nos exhorta a pasar ya de las palabras a la acción

     Shutterstock / Karl Nesh

    Esta semana se ha publicado la tercera parte del Sexto Informe de Evaluación del IPCC, que corresponde al Grupo de Trabajo III sobre mitigación. A partir de la evaluación de las bases físicas del cambio climático (Grupo de Trabajo I) y de su traducción a impactos físicos y a nuestra vulnerabilidad (Grupo de Trabajo II), estos expertos proponen las acciones más recomendables para reducir estos impactos.

    Un informe de síntesis que llegará en septiembre unirá todos estos contenidos. Pero no hace falta esperar hasta entonces para saber lo que debemos hacer. Nos lo dice ya el documento que acaba de salir.

    No viene mal recordar que, por la propia naturaleza de los informes del IPCC, no hay nada nuevo en ellos: son esencialmente revisiones de la literatura científica, con una priorización o énfasis en los aspectos más consensuados. Para los que siguen las investigaciones u otras fuentes expertas (o como mi blog, por ejemplo) no hay nada revolucionario. Los que no la siguen pueden encontrar una visión muy completa y objetiva de lo que sabemos y lo que no sabemos acerca de este tema.

    Lo malo es que el texto, incluso el resumen para políticos, es complejo y denso, no demasiado sencillo de leer. Tratando de facilitar la tarea, este artículo constituye un resumen en el que subrayo las cuestiones más relevantes, o menos conocidas.

    Para los que quieran ir más allá, recomiendo leer no el resumen para políticos, sino el resumen técnico del nuevo informe. Este segundo es más largo, pero menos mediatizado por los intereses políticos, y más completo.

    Al comienzo del resumen técnico hay una tabla interesantísima que muestra la situación en términos optimistas y pesimistas; resume muy bien y da una visión muy realista de este tema. También cubre aspectos curiosamente no mencionados en el resumen para políticos, pero fundamentales, como el comercio internacional o la fuga de emisiones.

    La reducción de emisiones debe empezar ya

    El primer gran mensaje del informe es que, aunque la tasa de crecimiento de las emisiones se ha reducido algo en la última década, siguen aumentando. Ya son un 54 % mayores que en 1990. Y ya hemos consumido casi todo el presupuesto de carbono que nos queda para llegar a un calentamiento de 1,5 ℃ con una probabilidad mayor del 50 %.

    Por lo tanto, y este es el segundo mensaje relevante, si queremos no superar este grado y medio tenemos que ponernos a reducir nuestras emisiones de gases de efecto invernadero ya (de forma “profunda, rápida y sostenida”), de forma que 2025 marque el máximo de emisiones, y en 2030 las reduzcamos entre un 13 y un 45 %. En 2050 tendríamos que reducirlas entre un 52 y un 76 % para llegar a la neutralidad climática en esa década.

    Si dilatamos las reducciones consumiremos más rápidamente el presupuesto, y por lo tanto tendremos que llegar a la neutralidad antes. Y eso sin entrar en el lock-in, es decir, el problema de construir edificios o industrias ahora, basados en tecnologías intensivas en carbono, que nos aten a unas emisiones elevadas durante mucho tiempo.

    En este punto, el IPCC constata que hay una brecha entre lo que tenemos que hacer, esta reducción de emisiones, y lo que se promete por parte de los países en sus contribuciones nacionales al Acuerdo de París. Si solo cumplimos con estas promesas, el calentamiento esperado en 2100 será de 2,8 ℃.

    Y el informe nos recuerda que hay otra brecha de implementación entre las promesas y la realidad política. Así que la tarea política es enorme, incluso mayor que la tecnológica. Porque ya contamos con muchas tecnologías viables para la transformación, algunas de ellas ya competitivas (como la fotovoltaica o la eólica). Pero tenemos que hacer mucho más.

    ¿Cuáles son las actuaciones prioritarias?

    En primer lugar, el ahorro y la eficiencia, que según el IPCC puede suponer entre un 40 y un 70 % de la reducción a 2050. Esto incluye cambios en ámbitos como los siguientes:

    • En las infraestructuras. Por ejemplo, para hacer edificios que no consuman energía o para reducir las necesidades de movilidad.
    • En las tecnologías de uso final. Empleando vehículos eléctricos o más eficientes, etc.
    • De comportamiento y socioculturales. Aquí se incluyen cambios de dieta, que no son milagrosos, pero algo ayudan, y ajustes en la climatización en edificios.
    • Economía circular. Aumento de la eficiencia en el uso de materiales.

    En segundo lugar, hay que abandonar los combustibles fósiles: el carbón debería reducirse un 95 %, el petróleo en un 60 % y el gas en un 45 %. Respecto al último, sobre todo, la reducción de las fugas de metano es una medida muy, muy eficiente.

    No obstante, en un mensaje muy importante, el IPCC nos dice que todo esto no es suficiente. Que tendremos que utilizar técnicas para eliminar el carbono de la atmósfera y también para capturar carbono de los combustibles fósiles que queden, de la producción de cemento y de la industria química.

    Más aún, en una afirmación seguramente controvertida, el informe advierte que la captura de carbono no podrá estar basada predominantemente en los sumideros naturales (reforestación, etc.) porque es menos fiable que el almacenamiento geológico. Así que es fundamental impulsar las tecnologías de biomasa con captura, prestando mucha atención a sus potenciales impactos negativos, y las de captura directa de CO₂ del aire.

    Los biocombustibles podrán ayudar a corto y medio plazo, en los sectores más complicados, pero también hay que cuidar mucho sus riesgos.

    Ciudades e industria, las dos protagonistas

    Todo lo anterior va a tener lugar en dos terrenos de juego, fundamentalmente: las ciudades y la industria.

    El proceso de urbanización va a seguir avanzando. Por tanto, es fundamental diseñar bien las estructuras urbanas desde el principio en estas ciudades en expansión, así como rediseñar las existentes de forma que minimicemos el consumo de energía.

    En cuanto a la industria, es preciso rescatar la política industrial y la colaboración internacional, porque la descarbonización industrial va a cambiar las cadenas de valor, desplazándolas hacia regiones con abundantes recursos energéticos bajos en CO₂.

    Para lograr toda esta transformación hacen falta cambios sistémicos. Hay que cambiar nuestro paradigma de desarrollo hacia uno basado en la sostenibilidad y hay que implantar paquetes de políticas lo más amplios posible con medidas que estimulen la innovación, que cambien comportamientos, que regulen la inversión financiera y que establezcan una gobernanza adecuada del proceso.

    Por ejemplo, si queremos reducir las emisiones de los edificios hace falta combinar objetivos de eficiencia, códigos de edificación, instrumentos de información, precios al carbono, asistencia financiera… Si solo planteamos actuaciones parciales, nunca llegaremos a los objetivos.

    ¿Cuánto va a costar todo esto?

    Una de las barreras fundamentales para plantear estas políticas ambiciosas es su coste. El IPCC nos dice que llegar a los objetivos necesarios en 2050 va a suponer una reducción de un 2 % del PIB –que por otra parte aumentará un 100 %–. Esto parece muy asumible, más aún teniendo en cuenta todos los beneficios (no incluidos en la cuenta anterior) de evitar el cambio climático y de reducir la contaminación.

    Sin embargo, el informe nos recuerda que habrá perdedores, entre otras cosas porque el impacto será desigual por regiones y sectores. Por tanto, el elemento de justicia es absolutamente central, no solo por sí mismo, sino también para facilitar la transición.

    Otra potencial barrera es la financiación. Hará falta aumentar la inversión de 3 a 6 veces con respecto a los niveles actuales, sobre todo en el sector primario y en los países en desarrollo. Lo bueno es que hay suficiente capital y liquidez a nivel global. Pero sigue habiendo muchos problemas para desplegar este dinero y la cooperación internacional es esencial para ello.

    El último mensaje importante del informe es que todo esto no puede ser incompatible con seguir trabajando por dar acceso a la energía moderna a los más de 2 000 millones de personas que no la tienen, porque su traducción a emisiones es casi despreciable.

    El problema no son los pobres, sino los ricos: el 10 % de los hogares es responsable del 40 % de las emisiones, el 40 % es responsable de otro 45 % y el 50 % de los hogares restantes de un 15 %. Es importante, pues, trasladar el mensaje de responsabilidad común, pero diferenciada no solo entre países, sino también dentro de los países.

    Fuente: Pedro LinaresProfesor de Organización Industrial de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería ICAI, Universidad Pontificia Comillas

  • Estimación del coste social del carbono para el consumo energético mundial


    Un nuevo estudio publicado en la revista Nature estima que la liberación de una tonelada de CO2 hoy reducirá el gasto energético total en el futuro entre 1 y 3 dólares estadounidenses. Los hallazgos están “basados en una arquitectura que integra datos globales, econometría y ciencia del clima para estimar los daños locales en todo el mundo”. Los autores encuentran que las economías emergentes en los trópicos verán aumentar su consumo de electricidad debido al calentamiento, pero agregan que las reducciones de calefacción en los países más fríos compensarán este aumento. El estudio concluye: “Nuestro hallazgo de ahorros netos contradice investigaciones anteriores, porque los datos globales indican que muchas poblaciones seguirán siendo demasiado pobres durante la mayor parte del siglo XXI para aumentar sustancialmente el consumo de energía en respuesta al calentamiento. Es importante destacar que las estimaciones de daños diferirían si se diera mayor peso a las poblaciones más pobres ".

    El artículo está disponible en el siguiente enlace https://www.nature.com/articles/s41586-021-03883-8 y reproducimos la primera de las figuras del trabajo. 

     

    Extended Data Fig. 1

    Fig. 1: Mapa de las 24. 78 “regiones de impacto” para las que se calculan las proyecciones específicas de la ubicación.

     

    El mapa se produce con el software R, paquete ggplot2, utilizando el mapa base50 del conjunto de datos de la región administrativa global (GADM). Se utiliza un algoritmo de agrupamiento17 para formar estas regiones de impacto a partir del conjunto completo de regiones administrativas de GADM50, de modo que sean aproximadamente similares en la población total y que sean aproximadamente internamente homogéneas con respecto a la temperatura media, el rango de temperatura diurna y la precipitación media. 

      

    Fuente Carbon Brief y Nature https://doi.org/10.1038/s41586-021-03883-8

     

     

     

  • Las emisiones procedentes de la deforestación son mucho mayores de lo que se pensaba

    3 - 4 minutos

    Las emisiones de carbono derivadas de la tala de bosques tropicales se duplicaron en sólo dos décadas y están aumentando, según una investigación.

    Una zona desforestada cerca de Sinop, en el estado de Mato Grosso, Brasil. La ganadería, el aceite de palma, la soja, el cacao, el caucho y el café son las principales causas de la pérdida de bosques tropicales. Fotografía: Florian Plaucheur/AFP/Getty Images

    Las emisiones de carbono derivadas de la deforestación tropical en este siglo son mucho más elevadas de lo que se pensaba, ya que se han duplicado en sólo dos décadas y siguen avanzando.

    Los bosques del mundo constituyen un enorme almacén de carbono, ya que se calcula que contienen 861 gigatoneladas de carbono, lo que equivale a casi un siglo de emisiones anuales de combustibles fósiles al ritmo actual. Cuando los árboles se talan, liberan a la atmósfera el carbono que almacenan. Desde el año 2000, el mundo ha perdido cerca del 10% de su cubierta arbórea, convirtiéndose en uno de los principales motores del calentamiento global.

    Con todo, a pesar de ser la segunda fuente humana de gases de efecto invernadero, después de los combustibles fósiles, los cálculos sobre el carbono de las emisiones procedentes de la tierra siguen presentando importantes incertidumbres, ya que a menudo se basan en datos escasos que dificultan a los investigadores el seguimiento de los avances hacia el cumplimiento de los objetivos del Acuerdo de París.

    Un estudio publicado el lunes en Nature Sustainability muestra que la pérdida de carbono por la deforestación tropical en las últimas dos décadas se ha duplicado y sigue aumentando, impulsada en gran medida por la expansión de la agricultura. Los resultados contrastan con evaluaciones anteriores, como el Presupuesto Global del Carbono 2021, que sugirió una ligera disminución de la pérdida de carbono por deforestación.

    Utilizando datos satelitales de alta resolución, los investigadores descubrieron que la República Democrática del Congo, Indonesia y Brasil registraron la mayor aceleración en la pérdida de bosques entre 2001 y 2020, siendo el país sudamericano el responsable de la mayor cantidad de emisiones totales por la tala en el Amazonas y otros ecosistemas forestales. El análisis reveló que alrededor de una quinta parte del desmonte de tierras en los trópicos tuvo lugar en las regiones montañosas, que albergan reservas de carbono relativamente altas, especialmente en Asia.

    Consideración

    "La deforestación y la pérdida de carbono de los bosques se están acelerando. Hay un enorme abismo entre el punto al que queremos llegar y el punto al que nos dirigimos, lo que es realmente preocupante", afirma Dominick Spracklen, profesor de la Escuela de Tierra y Medio Ambiente de la Universidad de Leeds, coautor del estudio.

    El aumento se produjo a pesar de los compromisos para frenar la deforestación, como la Declaración de Nueva York sobre los Bosques de 2014, que pretendía reducir a la mitad las tasas de deforestación para 2020. En la Cop26 de Glasgow, una coalición de 142 países -que representan más del 90% de los bosques del mundo- se comprometió a detener e invertir la pérdida de bosques y la degradación de la tierra para 2030.

    "Los métodos estándar utilizados por el IPCC no están advirtiendo algunas de las cosas que hemos visto en este documento, como la deforestación a pequeña escala y el desplazamiento del desmonte hacia las montañas. No están captando realmente la tendencia que hemos visto en las dos últimas décadas", añadió Spracklen.

    "Los bosques tropicales son enormes almacenes de carbono. Debemos reducir la deforestación para frenar el calentamiento global", dijo Yu Feng.

    La ganadería, el aceite de palma, la soja, el cacao, el caucho y el café son las principales causas de la pérdida de bosques tropicales, que destruyen algunos de los lugares más biodiversos de la Tierra, donde viven especies como jaguares, perezosos, orangutanes, tucanes y lémures. El lunes, un informe del IPCC advertía de que el deterioro del clima se estaba acelerando rápidamente y afirmaba que muchos de los impactos serían más graves de lo previsto, y que sólo quedaba una pequeña posibilidad de evitar sus peores estragos.

    La vigilancia por satélite desempeña un papel cada vez más importante en el seguimiento de los gases de efecto invernadero en la Tierra, como los que controlan las emisiones de metano. En el caso de los bosques, Global Forest Watch alberga datos satelitales de seguimiento de la pérdida de bosques, y proyectos como la misión Gedi de la Nasa, que utiliza láseres para analizar la biomasa de los árboles, está ayudando a proporcionar un mapa más preciso de los bosques del mundo y de las reservas de carbono.

    Fuente: Theguardian

  • Los incendios forestales australianos de 2019-2020 puede que emitieran a la atmósfera más del doble de CO2 de lo estimado hasta ahora

    EL 15 de septiembre de 2021, van der Velde, I.R., van der Werf, G.R., Houweling, S. et al, han publicado en la revista nature, el artículo titulado "Vast CO2 release from Australian fires in 2019–2020 constrained by satellite".

    En este artículo los autores se centran en el estudio de los incendios forestales, muy intensos y extensos, que afectaron al sudeste de Australia durante la temporada de verano austral del 2019-2020, llamando la atención sobre el hecho de que las estimaciones existentes de las grandes cantidades de CO2 emitidas a la atmósfera en estos incendios son bastante inciertas y varían hasta en un factor de cuatro en este caso concreto.

    Los autores han acotado las estimaciones de emisiones con la ayuda de la observaciones de monóxido de carbono realizadas por satélite, aplicando una inversión bayesiana analítica y las relaciones observadas entre las emisiones de dióxido y monóxido de carbono. 

    Han llegado a calcular que las emisiones de carbono podrían haber sido de 715 teragramos (rango 517-867) desde noviembre de 2019 hasta enero de 2020, es decir, más del doble de la estimación derivada de cinco inventarios de incendios diferentes, y en general coherente con las estimaciones basadas en un análisis de arranque de abajo hacia arriba de estos incendios concretos.

    Aunque los incendios ocurren con regularidad en las sabanas del norte de Australia, los episodios recientes fueron extremadamente grandes en escala e intensidad, quemando áreas inusualmente extensas de bosques de eucaliptos en el sureste. Los incendios fueron impulsados ​​en parte por el cambio climático, lo que hace que las estimaciones de emisiones mejor acotadas sean particularmente importantes. Esto se debe a que la acumulación de dióxido de carbono atmosférico puede volverse cada vez más dependiente de la retroalimentación clima-carbono provocada por los incendios, como se destaca en este evento.

    A continuación reproducimos en baja resolución la primera de las figuras del trabajo (el resto se pueden consultar a través del enlace que facilitamos al final).

     

    extended data figure 1

    Fig. 1: Comparación de cinco estimaciones de emisiones de incendios para el sureste de Australia.

     

    Enlace al articulo original: https://www.nature.com/articles/s41586-021-03712-y