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Abejas

  • ¿Por qué el verano húmedo del Reino Unido ha sido malo para las abejas?

     

     Los abejorros vuelan mejor en condiciones de humedad que otras abejas. Simona Chira/Shutterstock

     

    Este año será recordado en el Reino Unido por sus aguaceros extremadamente fuertes. Las intensas tormentas de verano dieron como resultado que algunos lugares superaran el doble de su precipitación media. Estos veranos húmedos dificultan aún más la vida de las abejas, que ya están luchando con la intensificación del uso de la tierra, la exposición a sustancias químicas, las especies exóticas, el cambio climático y la destrucción del hábitat.

    Las abejas silvestres (por ejemplo, los abejorros y las abejas solitarias) tienen sus propios horarios anuales que cumplir, estrechamente ligados a los árboles, setos y flores de los que se alimentan. Cada año en el hemisferio norte, alrededor de febrero a marzo, las abejas que sobrevivieron al invierno comienzan a emerger con las cálidas mañanas de principios de la primavera, saliendo en busca de su primera comida después de una larga hibernación.

    En un año normal, a medida que llega el verano, las abejas obreras recolectan néctar y polen de las flores para alimentar a su reina, quien a su vez pone huevos que producen más abejas obreras. Al mismo tiempo, las flores de las que se alimentan estas abejas se volverán más diversas y más abundantes. Las abejas nativas han evolucionado para mantenerse sincronizadas con este sistema natural. A medida que hay más flores disponibles, se crían más abejas dentro de la colmena.

    Sin embargo, el continuo crecimiento y expansión de los recursos florales se detiene abruptamente por un período de prolongadas lluvias de verano. Esto provoca lo que los científicos llaman el "colapso del verano". En pocas palabras, los veranos cada vez más húmedos destruyen las flores de las que dependen las abejas nativas como alimento o limitan la cantidad de tiempo que algunas abejas (como las abejas productoras de miel) pasan en el medio ambiente buscando lo que les queda de comida.

    Otro problema causado por los veranos muy húmedos es que a las abejas más pequeñas, como las abejas melíferas, les cuesta volar bajo la lluvia, pero son mejores hallando parches más pequeños de comida debido a su gran número de recolectores (alrededor de 10.000 por colonia). En consecuencia, los abejorros vuelan mejor en malas condiciones, pero les cuesta encontrar alimento cuando hay muy poco debido a sus poblaciones comparativamente más pequeñas (alrededor de 25 por colonia). De cualquier manera, los polinizadores salen perdiendo en los malos veranos.

    Este colapso del forraje ocurre exactamente en un punto donde sus colonias son más grandes. Esto significa que hay más abejas que nunca, pero no hay comida para que coman. Y cuando las abejas luchan por conseguir comida, se vuelven más susceptibles a enfermarse.

    Algunas plantas intentarán florecer de nuevo más tarde en la temporada (lo que se llama un "cambio fenológico"), pero para este momento, el daño a las abejas ya está hecho. En las tierras de cultivo, las abejas se alimentan de parches de flores silvestres y áreas de conservación ecológica plantadas alrededor de los cultivos, como bosques y setos. Los veranos húmedos son igualmente dañinos para las plantas silvestres, despojándolas de sus flores.

    Los polinizadores en la granja no tendrán suficiente comida para mantenerse antes de un solo evento de floración masiva. Esto es cuando los acres de tierra de cultivo que se sembraron todos al mismo tiempo florecen juntos y necesitan polinización para producir alimentos. El hecho de que las abejas no puedan sobrevivir hasta que esto suceda significa que la cosecha del agricultor no puede polinizarse lo suficiente cuando llegue el momento.

    Es probable que los veranos lluviosos aumenten en el futuro. Los veranos húmedos británicos están estrechamente relacionados con el ciclo El Niño/La Niña y el flujo de la Corriente del Golfo. A medida que aumentan las temperaturas globales del mar y el aire, la estabilidad de estos sistemas climáticos se ha degradado constantemente. Esto significa que es probable que estos veranos húmedos aumenten en regularidad, teniendo efectos sustanciales a largo plazo sobre las abejas.

    Hacer que los polinizadores nativos sean más resilientes es una prioridad clave, y hay algunas cosas que la gente puede hacer a pequeña escala que se suman para marcar una gran diferencia. Plantar más flores nativas en el jardín siempre hará que haya más alimentos disponibles, ya que como se explicó anteriormente, las abejas necesitan alimentarse constantemente.

     

    Un abejorro reina en busca de comida. Philip Donkersley

     

    Las plantas que son resistentes a los períodos fríos y húmedos y pueden florecer en condiciones adversas como estas son particularmente importantes. La hiedra, la hierba de sauce rosa, el diente de león, el brezo y la lavanda son grandes adiciones al jardín por esta razón. Pensar en plantas resistentes que se superponen cuando florecen durante todo el año puede ayudar a las abejas a sobrellevar el clima húmedo.

    Tener un suministro constante de alimentos también es una prioridad clave para las abejas, por lo que tener plantas que florecen en diferentes momentos durante el verano es útil: La Royal Horticultural Society tiene excelentes recursos para planificar un jardín de acuerdo con el tiempo de floración superpuesto.

     

    Bulbos de primavera en orden de floración.

     

    La polinización es una parte clave del ecosistema global. La producción de alimentos depende de la polinización y el ciclo de vida de todas las plantas con flores requiere polinización. Sin embargo, las abejas no son los únicos polinizadores. Una gran cantidad de moscas flotantes, pequeñas moscas negras e incluso moscardones también contribuyen a la polinización de las plantas. Estas moscas (especialmente las moscas flotantes como la mosca zángano) necesitan áreas húmedas y agua estancada para reproducirse. Los veranos húmedos obviamente dan como resultado una gran cantidad de charcos y un aumento de las precipitaciones, que estos animales necesitan para prosperar.

     

    Una mosca zángano polinizando a una flor perro. P. Donkersle

     

    El efecto a largo plazo de estos sistemas climáticos cambiantes plantea preguntas que simplemente no tienen respuesta en la actualidad. Sin embargo, curiosamente, los veranos más húmedos pueden provocar un cambio en las comunidades de polinizadores, con una mayor dependencia ecológica de las moscas flotantes y otras especies de moscas para la polinización. Esto puede significar que la producción de alimentos no sufre, pero cada vez que el mundo pierde una especie de la que depende para un servicio del ecosistema (como la polinización), estos sistemas se vuelven cada vez más frágiles y susceptibles a nuevos cambios ambientales.

     

    Publicado en The Conversation el 7 de septiembre de 2021. Enlace al original: https://bit.ly/2VCMcCm

    Disclosure statement

    Philip Donkersley receives funding from an ESRC Impact Acceleration Account Grant.

    Partners

    Lancaster University provides funding as a founding partner of The Conversation UK.

    The Conversation UK receives funding from these organisations

    View the full list

     
  • Día Mundial de las Abejas… y del resto de polinizadores

    4 - 6 minutos

     Publicado en theconversation.com el 19 mayo 2021

    ¿Disfruta del sabor de un tomate o una manzana? ¿Se deleita paseando entre las flores? Si es así, ¡feliz Día Mundial de las Abejas (y otros polinizadores)!

    Un polinizador es un animal que ayuda a las plantas a producir frutos y semillas, al llevar el polen de flor en flor. Muchas plantas y buena parte de nuestros alimentos dependen del servicio que prestan abejas, mariposas, moscas, pájaros y murciélagos.

    El declive o desaparición de los polinizadores puede comprometer la seguridad alimentaria y la conservación de muchos ecosistemas. El Día Mundial de las Abejas y otros polinizadores es un homenaje a esos trabajadores silenciosos y una llamada a su conservación.

    ¿Podríamos vivir sin polinizadores?

    Si las abejas se extinguiesen, la humanidad no desaparecería en cuatro años. Esta afirmación se atribuye por error a Einstein, pero su autor se desconoce. Además, Einstein era físico y no sabía nada de abejas. Por último, pinta un cuadro demasiado tremendista.

    El trigo, el arroz y el maíz, tres alimentos básicos, transportan su polen mediante el viento. Pero la producción de hortalizas y frutas depende de insectos. Sin ellos, nuestra dieta vegetal se vería muy empobrecida. De hecho, casi el 90 % de las plantas con flores necesita animales que transporten polen de una flor a otra. Sin polinizadores, quizá no desapareceríamos, pero sí el mundo tal y como lo conocemos.

    Las abejas de la miel se llevan la fama, pero son muchos los insectos que cardan la lana. Solamente en España existen 1 200 especies de abejas y abejorros. Esas especies son silvestres y no todas hacen panales. Además, mariposas, polillas, moscas, escarabajos, avispas y otros insectos visitan las flores en busca de polen o néctar y al hacerlo fecundan las flores.

    En el trópico, pájaros como los colibríes, lagartos, murciélagos y otros mamíferos también llevan polen de flor en flor. Algunos de esos modos exóticos de movimiento de polen entre flores también se dan en España. En Canarias y Baleares se han descubierto plantas visitadas por pájaros o por lagartos.

    Cada vez menos insectos

    Por desgracia, los insectos que transportan polen van a la baja. Se ha hablado mucho sobre el declive de la abeja de la miel, pero al ser una especie doméstica cuenta con más ayuda humana. Además, en algunas partes del mundo va al alza o se mantiene.

    Es más grave que cada vez haya menos abejas silvestres, mariposas y moscas, al menos en Europa y América del Norte. Su declive no tiene una sola causa. En sistemas naturales, la pérdida o degradación de los hábitats deja menos lugares adecuados para estos animales. En los campos agrícolas, se han eliminado setos y zonas de barbecho que daban alimento y cobijo a insectos polinizadores. Sin pedacitos de hábitat natural entre cultivo y cultivo, pocas especies de insectos pueden sobrevivir.

    Una solución a corto plazo es cargar toda la labor en manos de la abeja de la miel. Después de todo, sus colmenas pueden llevarse y traerse para fecundar los cultivos. En los invernaderos también se usan colonias comerciales de abejorros. Sin embargo, no es buena idea que todo dependa de una o unas pocas especies de polinizadores. Las ventajas de contar con un grupo variado de polinizadores son cada vez más evidentes. Si una especie falla, otras pueden sustituirla. Además, las abejas de la miel no son muy eficaces para fecundar algunos cultivos, como el tomate. Por si fuera poco, el uso de plaguicidas también daña a los polinizadores, incluida la abeja de la miel.

    Las abejas, solución y problema

    Las propias abejas de la miel pueden, en ocasiones, ser parte del problema. Son capaces de recoger mucho néctar y polen y dejar sin alimento a otras abejas silvestres.

    En algunas partes del mundo, como Sudamérica, las abejas de la miel se introdujeron de modo involuntario. Su gran capacidad para acaparar recursos ha influido en el declive de abejas nativas. Por tanto, el uso de polinizadores domesticados ha de hacerse con mucho cuidado.

    En lo posible, deben favorecerse los polinizadores silvestres presentes de modo natural. Lo mismo ocurre en las ciudades, donde muchas abejas silvestres han encontrado refugio. Sin darse cuenta, los entusiastas de las colmenas urbanas pueden dar la puntilla a esas especies silvestres.

    Debe tenerse en cuenta que no es solo una cuestión de alimento humano. Sin animales que lleven polen de una flor a otra, muchas plantas silvestres desaparecerían. Y con ellas, se irían también las funciones que realizan. ¿Podemos vivir en un mundo en el que solo haya dos polinizadores y margaritas? Es como ir quitando remaches a un avión en vuelo y esperar que no se rompa.

    El Día Mundial de las Abejas y otros polinizadores es una oportunidad para descubrir el gran servicio que muchos insectos prestan a los humanos. No solo producen alimento; también mantienen ese manto verde y florido que cubre el mundo. Pocas veces es más apropiado el dicho de que conocer es amar. Esos insectos se merecen nuestro respeto y cuidado.

     

    Fuente:  Profesor de ecología y evolución, Universidad Rey Juan Carlos 19 mayo 2021 22:00 CEST

  • La curiosa danza comunicativa de las abejas

    El lenguaje de las abejas de la miel (Apis mellifera) es uno de los comportamientos más fascinantes del mundo animal. El siglo pasado, el biólogo austríaco Karl von Frischdespués de varios años estudiando a estos insectos - y tras escabullirse de los nazis - descifró el mensaje de su danza comunicativa. Finalmente, en 1973 recibió el premio Nobel de Medicina por este descubrimiento. Desde entonces muchos científicos han seguido sus pasos y recientemente un equipo de investigadores de la Universidad Libre de Berlín ha conseguido comunicarse con algunas abejas gracias a un robot, imitando los movimientos y las "danzas" que realizan para enviar sus mensajes.

    Nos lo explica en este vídeo el periodista y divulgador Òscar Cusó a través de su canal de YouTube:

    La danza de las abejas para comunicarse e informar de dónde está el alimento.

    Fuente: Vídeo Òscar Cusó

     

  • La miel estadounidense es radiactiva por décadas de pruebas de bombas nucleares

    Un reciente estudio descubre que las abejas han estado recolectando niveles elevados de polen irradiado durante décadas.

     

    Las potencias nucleares mundiales han detonado más de 500 armas nucleares en la atmósfera. Estas explosiones fueron pruebas, demostraciones de fuerza a naciones rivales y demostración de que países como Rusia, Francia y Estados Unidos habían dominado la ciencia de la bomba. La miel del mundo ha sufrido por ello. Según un nuevo estudio publicado en Nature Communications, la miel en los Estados Unidos está llena de consecuencias persistentes de esas pruebas nucleares atmosféricas.

    Para llevar a cabo el estudio, los investigadores recolectaron muestras de miel de más de 100 colmenas y muestras de suelo de 110 lugares en todo el este de los Estados Unidos. Los científicos encontraron niveles elevados de cesio tanto en el suelo como en las muestras de miel. "Si bien la mayor parte de la radiación producida por la detonación de un arma nuclear se desintegra en los primeros días, uno de los productos de fisión más abundantes y de mayor duración es el cesio, que tiene una vida media radiactiva de 30,2 años", según el estudio.

    Investigaciones anteriores después del desastre nuclear de Chernobyl identificaron niveles elevados de cesio en la miel y el polen europeos. La buena noticia es que, según los investigadores, la mayor parte de esta miel probablemente sea segura para que la consuman los humanos. 

    "Si bien las concentraciones de cesio que detectamos en la miel hoy en día están por debajo del nivel de umbral dietético preocupante observado por muchos países, y no es evidentemente peligroso para el consumo humano, la radiación residual generalizada es sorprendente dado que han transcurrido casi dos períodos de vida media radiactiva desde la mayor parte de la producción de bombas de cesio]”, afirmaron.

    Estados Unidos realizó la mayoría de sus pruebas nucleares atmosféricas en las Islas Marshally el suroeste de Estados Unidos. La lluvia radiactiva se extendió por la atmósfera y se instaló por todo el planeta. “El este de América del Norte recibió una lluvia desproporcionadamente alta de las pruebas de armas nucleares de los años 50 a los 60 a pesar de estar relativamente lejos de los sitios de detonación debido a los vientos del oeste predominantes y las altas precipitaciones”, refleja el estudio.

    La mayor parte se disipó rápidamente, pero el cesio se pegó y empapó el suelo donde su estructura química, que es similar al potasio, lo hizo atractivo para las plantas. El potasio y el cesio son químicamente similares y el estudio especuló que esta es la razón por la que las plantas absorbieron tanto cesio, lo que llevó a que pasara a estar presente en el polen que consumen las abejas para elaborar la miel.

    También encontró una relación inversa entre la cantidad de potasio que se encuentra naturalmente en el suelo y la cantidad de contaminación radiactiva que se encuentra en la miel. Los estados del sur contenían tres veces la cantidad de contaminación radiactiva que los estados del norte. El suelo del sur no contiene mucho potasio, mientras que el suelo del norte es rico en este material.

    Si bien esta miel probablemente sea segura para el consumo humano, es posible que no lo sea para las abejas que la generan.

    “En los últimos cinco años, ha quedado claro que los insectos sufren importantes consecuencias negativas a tasas de dosis de radiación que antes se consideraban seguras, pero se debate el umbral en el que se producen los daños”, dijo el estudio. "Algunos estudios indican que los niveles bajos de contaminación de cesio pueden ser letales para los insectos polinizadores y que cualquier aumento por encima del nivel de fondo causa daños cuantificables a los ecosistemas circundantes".

    Gran parte del mundo dejó de detonar bombas nucleares en la atmósfera en 1963 cuando las potencias nucleares del mundo firmaron el Tratado de Prohibición Parcial de Ensayos Nucleares. Casi 60 años después, todavía vivimos con las consecuencias de esas explosiones nucleares.

     

    Publicado en VICE el 22 de abril de 2022 por Mathew Gault. Enlace al artículo original: https://bit.ly/3vixVqR

     

  • Las abejas indican la presencia de microplásticos en el medio ambiente

    5 - 7  minutos

    Los microplásticos son pequeños fragmentos de plástico de entre 5 milímetros y 1 micrómetro (el tamaño de una bacteria). Puede que ya le resulten familiares por los numerosos informes que alertan de su presencia en el medio ambiente.

    Recientes investigaciones muestran la alta capacidad de estos fragmentos para alcanzar los diferentes compartimentos ambientales: los océanos, los ríos, los suelos y el aire. Es tanta la movilidad de los microplásticos que hasta se han encontrado en lugares remotos del Ártico o de la Antártida.

    Gracias a la colaboración entre las Universidades de Alcalá, Autónoma de Madrid y de Almería con la Asociación Danesa de Apicultores, hemos evaluado la capacidad de las abejas para recoger, por adherencia, microplásticos en sus viajes diarios. La asociación danesa cuenta con más de 6 000 apicultores y tiene la ventaja de desarrollar apicultura de zonas urbanas.

    El estudio aporta la primera evidencia de cómo las abejas (y otros insectos) entran en contacto con estos materiales, que por supuesto acaban en el interior de las colmenas. Hasta ahora se había investigado principalmente si había plástico en la miel o qué pasaba con los polinizadores que se exponían a alguno de estos polímeros.

    La ubicuidad y persistencia de este tipo de residuos los convierten en un problema global sin que exista una idea clara de cómo se transfieren de un medio a otro. Además, aún se desconocen en gran medida sus efectos sobre el medio ambiente y la salud de las personas.

    Microplásticos de origen marino. Carledcu / Flickr

    Microplásticos en el aire

    De todos los medios explorados, el aire es el más desconocido en cuanto a la presencia de microplásticos. La mayoría de los estudios publicados hasta la fecha investigan los materiales que se depositan en el suelo utilizando muestreadores específicos.

    Recientemente, hemos demostrado la presencia de materiales a gran altura sobre el cielo de Madrid. Sabemos, por lo tanto, que los microplásticos tienen la capacidad de alcanzar grandes altitudes.

    Una vez han ascendido lo suficiente, el movimiento de las masas de aire mueve los microplásticos de una zona a otra. La movilidad es mayor cuanto menor sea el tamaño de las partículas.

    Si bien parece que el aire es una pieza clave en la distribución de los microplásticos, todavía no está claro cómo se producen los desplazamientos, el origen de estos plásticos ni si su flujo tiene una determinada temporalidad.

    Las abejas como biomonitores

    Las abejas de la miel (Apis mellifera) son excelentes biomonitores de diversos contaminantes. Gracias a ellas, se pueden monitorizar los productos veterinarios usados por los apicultores para su cuidado, los pesticidas de origen agrícola y otros contaminantes presentes en su radio de exploración. Estos controles garantizan que la calidad de los productos como la miel, la cera y el polen sea óptima.

    Las principales ventajas de las abejas como bioindicadores son la sensibilidad que tienen a los tóxicos, su alta tasa de reproducción y su amplio radio de acción. Sus largos vuelos, de hasta 14 km, les permiten recorrer zonas inaccesibles para el hombre.

     Abeja recolectando polen. Shenandoah National Park / Flickr

    Una investigación novedosa

    Para llevar a cabo nuestro último estudio, fijamos primero un protocolo y recolectamos una serie de muestras de las abejas durante la pasada primavera. Después, evaluamos la presencia de los microplásticos que llegaron fijados a los insectos en una serie de colmenas situadas en diecinueve localizaciones de Copenhague y alrededores.

    Localización de los puntos de muestreo. Fotografía de los autores, Author provided

    En sus desplazamientos en búsqueda de néctar y flores, las abejas retienen en sus cuerpos las fibras y fragmentos de plástico que estén presentes en el aire debido a interacciones electrostáticas entre sus cuerpos y los microplásticos.

    La cantidad de plástico que se encuentre en cada colmenar, cuyos individuos comparten área de vuelo, constituye una medida de la cantidad de estos materiales en el entorno.

    Detalle de micropartículas de diversos materiales adheridas a distintas partes de la abeja. Science of The Total Environment, Author provided

    Microplásticos en todas las colmenas

    Hemos detectado microplásticos de diversas formas y colores, tanto fibras como fragmentos, en todas las localizaciones muestreadas. La mayor cantidad de plásticos, como era de esperar, se ha encontrado en las zonas urbanas. Sin embargo, en las regiones suburbanas e incluso en las rurales también se han encontrado cantidades destacables. Proceden de zonas urbanas próximas, que son la fuente principal de esta contaminación.

    En nuestro trabajo, hemos identificado trece polímeros sintéticos diferentes entre los que destacan las fibras de poliéster. La contaminación por fibras sintéticas es un problema común y señala directamente al uso de materiales sintéticos como fuente importante de microplásticos en el medio ambiente.

    Otros plásticos como el polietileno o el cloruro de polivinilo aparecieron con frecuencia en las muestras junto con materiales de algodón o lana que han sufrido algún tipo de tratamiento para su uso textil (la presencia de colorantes y otros aditivos químicos también es motivo de contaminación).

    Aspecto de los microplásticos encontrados adheridos al cuerpo de las abejas. Science of the Total Environment, Author provided

    La actividad humana, fuente de microplásticos

    En este estudio pionero, demostramos la presencia de microplásticos y otros materiales antropogénicos adheridos al cuerpo de las abejas. Esto las hace útiles como biomonitores de la presencia de estos materiales en la naturaleza.

    Este enfoque abre un abanico de posibilidades para futuros estudios. Gracias a esta especie, podemos llegar a conocer más sobre la dispersión de los plásticos desde los núcleos urbanos, las variaciones geográficas y temporales de esas dispersiones, y cómo la presencia de microplásticos cambia con el perfil sociodemográfico de las zona estudiadas.

    Por otra parte, no hay que olvidar que la situación óptima debería ser la poca o nula detección de microplásticos y esto está lejos de ocurrir. La contaminación por microplásticos está asociada a la actividad humana y mientras utilicemos polímeros sintéticos será necesario establecer programas de vigilancia y monitorización.

    El uso de biomonitores permite obtener datos de lugares muy dispares con una inversión limitada. De esta forma, las abejas pueden contribuir a mejorar la gestión de nuestros residuos plásticos.

     Fuente: Autores: Carlos Edo, Francisca Fernández Piñas y Roberto Rosal