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Agricultura

  • ¿Son sostenibles los invernaderos?

    Invernadero de investigación en la UAL. Araceli Peña FernándezAuthor provided

     

    A primera vista puede parecer impactante, pero está demostrado que el agrosistema invernadero, especialmente los que no consumen combustibles fósiles, como es el caso de los invernaderos solares de Almería, son respetuosos con el medio ambiente. Son, además, una herramienta esencial para garantizar el derecho universal a la alimentación.

    La Tierra se encuentra muy presionada por la actividad humana. La población, en constante aumento, necesita alimentarse, pero también garantizar la salud del planeta si quiere sobrevivir. En este entorno se enmarca la intensificación sostenible o, lo que es lo mismo, “producir más con menos”. Y es aquí donde entran en juego los invernaderos del sureste español.

    El sector debe trasladar al consumidor final las bondades del agrosistema invernadero y encarar los grandes retos para mejorar su imagen y afrontar, aun sabiendo que es complicado resolver problemas globales de manera local, el impacto de los flujos internacionales de inmigración irregular. Siempre innovador desde el minuto cero en 1963, cuando se construyó el primer invernadero en la península ibérica, afronta un futuro prometedor. Así lo muestra su solvencia económica, social y ambiental.

    Sostenibilidad económica

    Basados en la agricultura familiar, los invernaderos de Almería son un ejemplo único en el mundo de reparto de riqueza. Las más de 32.000 hectáreas de invernaderos en la provincia son en realidad un mar de pequeños minifundios gestionados por más de 15 000 familias que producen alimentos muy saludables de forma respetuosa con el medio ambiente.

     

    Evolución de la producción hortícola almeriense. Cajamar / SOIVRE / Delegación Provincial de la Consejería de Agricultura, Ganadería, Pesca y Desarrollo Sostenible de la Junta de Andalucía

     

    Anualmente producen más de tres millones y medio de toneladas de frutas y hortalizas, exportando el 80 % a los mercados europeos. Facilitan así el consumo de alimentos saludables a 500 millones de ciudadanos en épocas del año en las que la producción continental no es posible por el rigor climático. Además, incide positivamente, exportando salud, sobre una población afectada por problemas como la obesidad, la diabetes, el cáncer y muchas enfermedades inflamatorias. El consumo de frutas y hortalizas actúa como la mejor medicina.

    El sector representa casi el 40 % del producto interior bruto de la provincia, con una pujanza cada vez mayor de la industria auxiliar. Ambos tienen en su ADN la investigación y la innovación, donde la Universidad de Almería tiene un papel relevante y una gran capilaridad en el clúster agroalimentario.

    Andalucía, gracias a los invernaderos de Almería, es una región líder en Europa en exportación agroalimentaria, puesto que su producción hortofrutícola representa, en valor económico, prácticamente la mitad del total andaluz. Además, ha generado empleo estable, demostrando su pujanza en épocas de crisis como la actual, garantizando el aporte de alimentos a la población en situaciones complicadas como la actual pandemia.

     

    Invernadero de investigación en la UAL. Araceli Peña FernándezAuthor provided

     

    Sostenibilidad social

    Almería ha basado su desarrollo en innovaciones tecnológicas como el arenado, el invernadero solar, el riego por goteo, la fertirrigación, la plasticultura y el control biológico. Pero es indudable la importancia que ha tenido la innovación socioeconómica basada en empresas de economía social, donde el cooperativismo ha sido una pieza clave para el desarrollo socieconómico sostenible. No es de extrañar que en la zona se encuentre la mayor concentración de cooperativas del mundo, garantizando el acceso al mercado de la producción procedente de pequeños agricultores.

    En este sentido, la integración e incorporación de inmigrantes al modelo de agricultura familiar ha sido relevante. Este colectivo representa más del 65 % de los empleados inscritos en el régimen agrario de la provincia, lo que acentúa aún más el marcado carácter social del modelo agrícola en invernadero.

    Sostenibilidad ambiental

    La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) promueve la agricultura protegida sostenible como una herramienta para garantizar el derecho universal a la alimentación y un medio eficaz de adaptación al cambio climático.

    Gracias a la innovación constante en los sistemas de riego de alta frecuencia, la eficiencia en el uso del agua es sobresaliente, siendo la huella hídrica casi veinte veces inferior a la media agrícola nacional. En este sentido, los invernaderos solares no consumen energía fósil, las plantas utilizan el sol para realizar la fotosíntesis y el viento sirve para renovar el aire en el entorno de las plantas. Basan el control climático en la ventilación natural y en el blanqueo de la cubierta, sistemas con consumo prácticamente energético nulo.

    No menos destacable es la auténtica revolución verde que ha supuesto el uso masivo de fauna auxiliar para la polinización y el control de plagas, con una tendencia clara hacia la agricultura ecológica.

    La aplicación de la economía circular y la bioeconomía ha hecho posible que los residuos se hayan transformado en subproductos. En este sentido, se ha apostado por la trazabilidad total, no sólo de la producción, sino también de los plásticos de cubierta. Se recicla el 100 % de estos materiales y se aprovechan los restos vegetales directamente como abonado en verde, compostándolos o transformándolos en alimento para el ganado.

    En Almería más del 40 % del territorio son espacios naturales protegidos, con una joya extraordinaria como el Parque Natural Cabo de Gata - Níjar. Pero además, la superficie de invernaderos alcanza poco más del 3 %, con una densidad de plantación tan elevada que son un auténtico sumidero del principal gas que contribuye al calentamiento del planeta y que los cultivos utilizan para realizar su fotosíntesis.

    Gracias a los invernaderos, el sureste de España es un modelo territorial donde se ha demostrado la plena viabilidad del binomio crecimiento - sostenibilidad. Respetuosos con el medio ambiente, extremadamente eficientes en el uso de los recursos y únicos en el mundo como ejemplo de reparto de la renta. Ejemplo de adaptación plena al Pacto Verde Europeo y a los Objetivos de Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas.

     

    Publicado el 6 de enero de 2022 en The Conversation. Enlace al original: https://bit.ly/3f6hTKz

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  • Así contribuye al cambio climático la agricultura química que intoxica el Mar Menor

    Vista del mar Menor (Murcia). Shutterstock / Maria Mancha

     

    La falta de oxígeno (anoxia) es la causa principal de la masiva muerte de peces y vida, en general, en el Mar Menor.

    Vemos las consecuencias de un largo proceso. Se ha señalado como responsable de la catástrofe de esta laguna litoral a la masiva aportación de nitratos y nitritos, esto es, al abono sintético. También se culpa a las algas, que ante la presencia de nutrientes crecen de forma desmesurada y disminuyen la penetración de luz solar y aceleran la disminución de oxígeno. Todo apunta a la agricultura.

    El nitrógeno y el fósforo en agricultura

    En el mundo se producen 450 millones de toneladas de nitrógeno que se destinan a la agricultura. Entre 1961 y 2019 el uso de fertilizantes sintéticos ha crecido un 800 %, lo que constituye un problema energético y climático: gastamos más del 5 % de gas natural mundial en extraer nitrógeno de la atmósfera.

    La agricultura contribuye al cambio climático. Dentro de la Hoja de Ruta del Hidrógeno en España –la apuesta por el hidrógeno verde del Gobierno– se quiere sustituir el gas natural para producir fertilizantes por energía renovable mediante el proceso Haber-Bosch. Para ello, se usa nitrógeno, potasa extraída de la roca y fósforo extraído de roca fosfórica. Un estudio de 2017 señala que en lo que llevamos de siglo XXI su uso ha crecido en un 41 %.

    Además de ser un problema energético y climático, está detrás de la catástrofe del Mar Menor. Ese nitrógeno y fósforo que usa la agricultura acaban disipados, en parte en la atmósfera y en parte en los océanos. Ello a pesar de la convención de Naciones Unidas de 1992 que protege los océanos.

    Entre 10,5 y 15,2 millones de toneladas de fósforo acaban cada año en los océanos. El nitrógeno provoca acidez: un pH menor de 7,8 hace que las aguas no sean aptas para la vida. No toda la acidez de los océanos está relacionada con el ciclo del carbono; la agricultura tiene parte de la responsabilidad.

    Un sistema alimentario insostenible

    El ciclo del nitrógeno y el fósforo ha sobrepasado los límites planetarios. En el largo plazo, si las tendencias no cambian, nos enfrentaremos en pocas décadas a un colapso del sistema alimentario global.

    El uso de fertilizantes ha disminuido el fósforo del suelo: “El contenido de fósforo de nuestra tierra, después de años de cultivo, ha disminuido considerablemente. Necesita reponerse. La necesidad de un mayor uso de fosfatos y la conservación de nuestros suministros de fosfatos para las generaciones futuras es, por tanto, un asunto de gran preocupación pública”, señalaba F. D. Roosevelt en 1938.

    Las reservas necesitan reponerse; el suministro de fosfato es una preocupación para generaciones futuras. En las últimas décadas se ha incrementado su uso en un 800 %. Hoy los agricultores afrontan una crisis de fósforo.

    Nitrógeno sintético

    En la vida están involucrados pocos elementos: nitrógeno, oxígeno, carbono, hidrógeno, azufre y potasio. En 1974 J. Lovelock y L. Margulis observaron que la homeostasis de la Tierra se estaba viendo alterada por el uso de nitrógeno sintético. Es otra prueba de la llegada del Antropoceno.

    El resultado es que este nitrógeno de síntesis interfiere en el ciclo natural del nitrógeno orgánico, lo que a su vez explica la necesidad de incrementar su uso. Hoy necesitamos diez calorías de energía fósil para obtener una caloría de alimentos; hace un siglo, una caloría fósil proporcionaba diez de alimentos.

    La agricultura usa nitrógeno sintético, el 70 % del agua mundial, fósforo mineral y biocidas. Y el resultado es que se altera el ciclo del nitrógeno, el oxígeno y el carbono. Y una de las consecuencias es el desastre de Mar Menor.

    Este tipo de catástrofes que ocurren a “cámara lenta” no se perciben: se pierden 75.000 toneladas de suelo fértil anual, 1.300 millones de personas viven en zonas agrícolas degradadas, un 25 % de suelo agrícola muestra pérdidas persistentes en productividad. Mientras tanto, se señala como culpable al impersonal cambio climático.

    En el camino equivocado

    La agricultura es responsable de la emisión de 6,1 Gt de CO₂ equivalente de carbono. Estas emisiones tienen lugar especialmente en primavera y otoño cuando los tractores remueven la tierra y los rayos de sol matan microorganismos que fijan nutrientes. El control de plagas contamina toda la planta y mata polinizadores; pero también la fertilidad que proporciona microorganismos.

    Sabemos que los microorganismos están involucrados en el ciclo del nitrógeno, de la materia orgánica, del oxígeno y del carbono y participan en la producción de la molécula de dimetilsulfuro (DMS), clave en el crecimiento vegetal y la formación de nubes y lluvia.

    Si las plantas agotasen los recursos, como suponía Justus von Liebig en 1864, nuestra civilización hubiera desaparecido hace miles de años. El concepto de capacidad de carga no explica la causa del problema, sino la consecuencia. El hombre cazador-recolector tiene un comportamiento ecológico; la agricultura actual respecto a la de las civilizaciones persa y egipcia es cuantitativa. Para Paul Ehrlich, la agricultura se convierte en problemática cuando ha de alimentar un crecimiento poblacional.

    En 1842, von Liebig fundó la agricultura científica, que aplica una mirada química a las plantas que usan el nitrógeno. Frente a las tesis de Malthus y sus profecías, encuentra una solución a la amenaza de pérdida de fertilidad de la tierra: usar nitrógeno inorgánico. En 1920, otro químico, Fritz Haber usa nitrógeno directamente en la agricultura.

    Inicios de la agroquímica

    Después de la Primera Guerra Mundial se empieza a usar nitrógeno en agricultura, siguiendo las teorías de Justus von Liebig, para mantener las interacciones metabólicas. Fritz Haber había perfeccionado la técnica para aplicar directamente en las plantas estos fertilizantes, por lo que obtuvo el premio Nobel. La industria química fabricó nitrógeno sintético para producir explosivos y encontró, después de la guerra, un uso como fertilizante.

    Pero ese uso civil de la industria de la guerra en agricultura tuvo críticas tempranas. Ragnar Berg advirtió en 1930 que el nitrógeno sintético altera el ciclo del nitrógeno orgánico y los alimentos con nitrógeno de síntesis no tienen las mismas vitaminas, ni minerales, ni oligoelementos que los productos orgánicos. Hoy, la exposición a los nitritos y nitratos constituye un problema para la salud.

    Alimentos deficitarios en nutrientes

    El contexto importa. No solo es un problema de dietas, ni de comer de modo más sostenible productos de proximidad, ni de comer productos frescos, pues seguramente son cultivados con nitritos y nitratos. Los productos ecológicos solo garantizan haber sustituido fertilizantes sintéticos por ecológicos, pero no garantizan haber recuperado la fertilidad del suelo que permite que los alimentos tengan las vitaminas, aminoácidos y oligoelementos adecuados.

    Lo más grave no es que el proceso Haber-Bosch suponga un tercio de la energía de la agricultura. No seremos sostenibles si no se cuestionan los postulados de Justus von Liebig, padre de la agroquímica.

    Lo ocurrido en el Mar Menor nos enseña que es necesaria una completa transformación de la ciencia aplicada a la agricultura; una ciencia que apenas tiene unas décadas y ha producido desastres como no se habían producido en miles de años.

     

    Publicado en The Conversation el 8 de septiembre de 2021. Enlace al original: https://bit.ly/3lfZn51

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  • Cómo predecir inundaciones y sequías para minimizar los daños en los cultivos

    La sequía actual que afecta al este de Argentina, Uruguay y sur de Brasil, y que comenzó en 2019, es clasificada como uno de los cinco eventos de sequía más importantes desde 1950. Su persistencia hizo que sus impactos se manifestaran en diferentes aspectos del clima, como el estado de humedad del suelo, el caudal de los ríos y la vegetación.

    Este fenómeno ha generado mucha tensión sobre el sector agrícola en la región ya que el desempeño de la producción de los diferentes cultivos es muy sensible a los cambios en las condiciones climáticas.

    Impacto en la agricultura

    Las actividades agropecuarias en Argentina son muy vulnerables a los fenómenos atmosféricos y climáticos. Fenómenos como las sequías e inundaciones son las principales causas en la pérdida de rendimiento de los cultivos con un fuerte impacto económico.

    La Oficina de Riesgo Agropecuario (ORA) del Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca de Argentina se especializa en la evaluación del riesgo agropecuario y, en particular, del riesgo agroclimático. Para realizar esta tarea ha generado una serie de herramientas que permiten el monitoreo en tiempo real de las condiciones de humedad en el suelo para cultivos específicos.

    Estas herramientas combinan la información de las condiciones climáticas actuales con la información sobre el desarrollo de los cultivos (momentos de siembra, floración, entre otros) para entender si las condiciones hídricas pueden afectar el desarrollo normal de los cultivos. De esta forma, permiten a los productores planificar las tareas agronómicas y a la ORA estimar de manera temprana la merma en los rendimientos de los cultivos en campaña y pérdidas probables.

    Evolución de la reserva de agua en el suelo para la localidad de Paraná, Entre Ríos (Argentina). El eje horizontal indica las fechas de registro de la información y el eje vertical indica el contenido de agua en el suelo (mm). Oficina de Riesgo Agropecuario

    Variabilidad climática en Argentina

    La variabilidad climática que experimenta Argentina, y en especial su región centro-este, ha sido muy estudiada en las últimas décadas tanto para entender las causas que producen esta variabilidad como la capacidad para poder pronosticarla con meses de anticipación.

    En particular, se sabe que el fenómeno de El Niño - Oscilación del Sur (ENOS), que produce cambios en la temperatura del océano Pacífico Tropical, afecta a la ocurrencia de lluvias en el sudeste de Sudamérica.

    Durante eventos de El Niño, donde el océano Pacífico Tropical es más cálido que sus condiciones típicas, las lluvias suelen ser más abundantes en el este de Argentina. Lo opuesto suele ocurrir durante eventos relacionados con La Niña, como el que ocurre actualmente, donde la lluvia suele ser escasa.

    Los avances en las investigaciones han permitido el desarrollo de modelos numéricos de pronóstico del tiempo y el clima que prevén el desarrollo de fenómenos de ENOS con moderado éxito hasta 6 meses antes de su ocurrencia.

    Estas herramientas numéricas son utilizadas también para estimar las condiciones climáticas con meses de antelación, aunque con desempeño dispar según la región de interés. En el caso del sudeste de Sudamérica, se pueden obtener pronósticos sobre las condiciones climáticas del trimestre siguiente con buen desempeño.

    Estos pronósticos son de carácter probabilístico. No brindan un valor específico de lluvia o temperatura esperado sino la probabilidad de que estas variables sean muy diferentes a sus valores típicos.

    Pronósticos para el sector agropecuario

    A partir del proyecto de desarrollo estratégico Aplicación de los Pronósticos Climáticos al Manejo del Riesgo Agropecuario, un grupo de investigadores de la Faculta de Ciencias Económicas y la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires hemos trabajado junto a la ORA para extender la aplicación de los pronósticos climáticos a las herramientas de monitoreo de las condiciones del suelo.

    En el marco de esta colaboración, generamos pronósticos a 30 días de las condiciones hídricas del suelo cultivado de soja en diferentes estaciones de Argentina.

    Para desarrollar esta herramienta, utilizamos los pronósticos a 30 días de las variables climáticas que influyen en las condiciones de humedad del suelo, como la temperatura máxima y mínima, la lluvia, el viento y la intensidad de la radiación solar.

    Perspectiva de la reserva de agua en el suelo para la localidad de Paraná, Entre Ríos, a partir de los pronósticos iniciados el 1 de diciembre de 2021. El eje horizontal indica las fechas desde la siembra del cultivo considerado hasta la finalización estimada de su ciclo. El eje vertical indica el contenido de agua en el suelo (mm). Author provided

    Los pronósticos suelen presentar errores, ya que no es posible representar el clima perfectamente. Por eso, aplicamos técnicas matemáticas que corrigen los errores sistemáticos para mejorar su desempeño.

    Luego, estos pronósticos son implementados en las herramientas desarrolladas por la ORA para obtener una perspectiva a 30 días de las condiciones del suelo en diferentes localidades de Argentina. Como más de un pronóstico es utilizado en el desarrollo de la perspectiva, esta se presenta de tal manera que muestra la incertidumbre asociada a las condiciones futuras, lo que permite estimar la probabilidad de que las condiciones hídricas se encuentren entre valores normales o atípicos.

    Las investigaciones muestran que pronósticos como los que desarrollamos bajo este proyecto suelen tener un buen desempeño durante los primeros 10 días del período elegido y su calidad se degrada conforme pasa el tiempo. No obstante, bajo ciertas condiciones climáticas, los pronósticos pueden presentar un buen desempeño hasta los primeros 20 días.

    Contar con buenos predicciones en estas escalas temporales puede permitir a los productores agropecuarios tomar acciones tempranas en caso de eventos extremos. También permitirían a la ORA desarrollar evaluaciones cuantitativas de riesgos agroclimáticos relacionados con las condiciones climáticas futuras en tiempo real.

     

    Fuente: Postdoctoral Researcher at Karlsruhe Institute of Techonology, Researcher at Centro de Investigaciones del Mar y la Atmósfera (CONICET/UBA), Universidad de Buenos Aires

  • Del parral al invernadero

    Vista de los invernaderos en Almería. Jorge López/FlickrCC BY-NC-ND

    Hay un fruto que protagonizó la historia agraria del sureste peninsular, particularmente en Almería. Su desarrollo tuvo lugar a lo largo de casi dos siglos. Después dio el relevo al siguiente ciclo agrícola. Nos referimos al parral de la uva tipo Ohanes y, después, a los invernaderos para hortalizas y frutas.

    El cultivo de esta variedad de uva tuvo una gran importancia en la provincia. Una visión global del mismo puede darnos una idea de la utilidad posterior de este tipo de agricultura.

    Así pues, podemos entenderla como una precuela del desarrollo agrícola que empezó a destacar en los años sesenta. A partir de este momento comenzó la generalización de los cultivos en enarenados y bajo plástico. Aunque el fruto sea diferente, las similitudes y la relación del know-how entre el cultivo de antes y el de ahora pueden apreciarse.

    Además, estos dos ciclos agrícolas tuvieron un breve período de convivencia en la segunda mitad del siglo XX. Cuando el cultivo del parral estaba en su útlima etapa, los cultivos en invernaderos experimentaban un auténtico boom.

    Parras de uva de Ohanes. Miguillen/Wikimedia CommonsCC BY

    Una agricultura intensiva para la exportación

    La agricultura tradicional llevada a cabo en Almería se vio alterada por la expansión del cultivo de una nueva variedad de uva que se cultivaba en parrales.

    Como aspecto de interés, una de las características destacables de esta variedad de uva es tener una piel gruesa. Esto facilitaba enormemente la conservación del fruto (son numerosas las aproximaciones a las características de este cultivo).

    Por eso, este tipo de uva fue dedicada a la exportación desde el inicio de su cultivo. Fue muy vendida en países donde la clase media iba en aumento como consecuencia de la expansión de la industrialización en Europa, como apuntaban Gallego y Pinilla.

    Además, el cultivo de los parrales necesitaba usar muchos materiales (puntales, hierros galvanizados) para construir y mantener en pie su estructura. También, para su cultivo año tras año, se precisaban abonos o productos para realizar las curas. De forma paralela, destacaba por su importancia la industria auxiliar para fabricar los envases adecuados para transportar el fruto.

    Algo similar ocurre en los actuales cultivos bajo abrigo, que requieren igualmente suministros variados de su industria auxiliar para su correcto desarrollo. En cuanto a los lugares donde vender, hortalizas y frutas encuentran actualmente en los destinos extranjeros unos amplios mercados que abastecer.

    Joven en concurso de poda de parras en Alhabia. Museos de Terque. Boletín nº 181 / 2021

    La transformación del paisaje

    El paisaje del parral se extendió desde la parte de media montaña del valle del río Andarax hasta casi la costa. Para ello fue necesaria una profunda transformación del paisaje. Fue preciso aterrazar laderas, contener los nuevos bancales con muros de piedra seca, canalizar el agua necesaria para los riegos… El paisaje del sureste modificó su aspecto allí por donde se iba extendiendo el cultivo de la uva.

    En la actualidad, salta a la vista la transformación experimentada en las zonas de mayor concentración de los invernaderos. Tanto es así que son incluso visibles desde el espacio. El impacto visual es igualmente destacable, aunque el color de la cubierta haya cambiado. Antes predominaba el verde de las hojas de las parras y ahora se observa la cubierta plástica blanqueada que tienen los invernaderos.

    Vista aérea de los invernaderos en Almería. Roger Casas-Alatriste/Flickr, CC BY-ND

    Las mujeres y la manipulación del fruto

    En cuanto a la forma de manipular el fruto una vez que se había recolectado, también podemos encontrar similitudes. Antes, como ahora, las mujeres eran las grandes protagonistas de estas labores.

    Si bien al principio se limpiaban las uvas y se colocaban en barriles de gran capacidad, poco a poco las cajas fueron ganando importancia para el transporte y comercio de la uva. El transporte marítimo disminuyó en favor del terrestre y eso propició el mayor uso de las cajas.

    Ahora, las hortalizas y frutas son manipuladas por una considerable cantidad de mujeres que trabajan en los almacenes de cooperativas y alhóndigas.

    Decoración del pabellón de la provincia de Almería en la Feria Internacional del Campo de 1956. Museos de Terque. Boletín nº 59 / 2011

    Del parral al invernadero

    En cuanto a las similitudes tecnológicas, recordemos que los parrales crecían y posaban sus tallos en la estructura creada con puntales y con hierro galvanizado.

    Pues bien, los invernaderos que proliferaron en la segunda mitad del siglo XX se construyeron a imagen y semejanza de las estructuras de los parrales, como nos ha contado Gómez Díaz detalladamente. Tanto fue así, que se buscaba a los parraleros más expertos para el diseño y construcción de los invernaderos en aquellos años.

    Retos de futuro para la agricultura actual

    Estas son algunas de las similitudes y relaciones entre estos dos cultivos que se relevaron en Almería. Dos tipos de agricultura que guardan una estrecha relación que va más allá de desarrollarse en un territorio similar y próximo. Se puede apreciar pues que la más moderna ha aplicado avances desarrollados durante más de un siglo por la anterior.

    Hoy en día, el sector agrícola afronta diferentes retos y problemáticas. La defensa de los intereses agrícolas locales frente a productos procedentes de otros países, los gustos y tendencias de consumo actuales o el precio pagado al productor son solo algunos de ellos. Dificultades estas que ya fueron sufridas por el parral.

    Conocer las relaciones entre los cultivos antiguos y modernos y sus problemáticas puede ser de utilidad. Llegados a este punto, cabe preguntarse si seremos capaces de aprender de los errores cometidos en el pasado para contribuir a superar las dificultades actuales del sector.

    Fuente:  María Dolores Haro Gil Profesora en el Departamento de Economía y Empresa, Universidad de Almería

  • El reto de lograr una "transición justa" en la agricultura

    3 - 4 minutos

    Aunque a menudo se pasa por alto en los debates sobre la política climática, la agricultura está empezando a ser reconocida tanto como un factor contribuyente al cambio climático como una parte clave de la solución.

    Al mismo tiempo, cada vez hay más conciencia de la necesidad de cambiar la forma en que se obtienen, procesan y consumen los alimentos para preservar la salud tanto de las personas como del planeta.

    Justicia climática

    Pero al igual que la forma de vida de los mineros del carbón y otros trabajadores de la industria de los combustibles fósiles se ven amenazados por el abandono de los combustibles fósiles, igual lo están los estilos de vida de muchos agricultores con los cambios propuestos en la agricultura.

    Sin embargo, estos ajustes son necesarios, según muchos expertos, para reducir el impacto climático del sector agrícola que está altamente industrializado. 

    En la actualidad, organizaciones no gubernamentales, investigadores académicos y algunos grupos de agricultores están empezando a imaginar una "transición limpia" para la agricultura. 

    La idea es reducir el impacto de la agricultura al tiempo que se garantiza el sustento de quienes cultivan, producen y procesan los alimentos del mundo.

    Transformar las comunidades

    El concepto de "transición justa" surgió de los sindicatos estadounidenses en la década de 1970, cuando la normativa medioambiental provocó la pérdida masiva de puestos de trabajo en determinados sectores. Desde entonces se ha popularizado en los debates el abandono generalizado de los combustibles fósiles, pero a menudo se deja de lado la transformación de los sistemas agrícolas y alimentarios. 

    Al igual que en el sector energético, el objetivo de una transición justa en la agricultura es garantizar que los trabajadores no se queden rezagados a medida que el mundo se aleja de las prácticas basadas en el carbono.

    Una transición justa en la agricultura "significa reconocer que los impactos del cambio climático van a afectar a las personas", explica la doctora Marcia DeLonge.

    "Los agricultores y los trabajadores van a ser los más afectados por muchos de los cambios que hay que hacer para proteger el sistema alimentario. Y es esencial que encontremos la forma de apoyarles en esa transición, para asegurarnos de que sus vidas y sus medios de subsistencia están protegidos... Pero la otra pieza realmente clave de una transición justa es reconocer que para los agricultores y trabajadores que ya están sufriendo más, los impactos del cambio climático les afectarán especialmente".

    Adoptar el enfoque de una transición justa es también una forma de afrontar la "profunda injusticia del sistema alimentario", afirma Teresa Anderson, coordinadora de política climática de ActionAid International, una organización no gubernamental centrada en la erradicación de la pobreza y la justicia social. Dice: 

    "La transición justa consiste en diseñar cuidadosamente lo que se va a cambiar, así como la manera en que se hace ese cambio. Se trata tanto del resultado como del proceso. Y si se hace bien, la transición justa puede ser una forma realmente eficaz de transformar comunidades que de otro modo se resistirían a la acción climática, para ayudarlas a convertirse en poderosas defensoras del cambio".

    En la agricultura, en particular, la necesidad de una transformación es fundamental. Los sistemas alimentarios son responsables de aproximadamente un tercio de las emisiones mundiales, de las cuales casi el 60% pueden atribuirse a los alimentos de origen animal, como la carne y los productos lácteos, según un estudio reciente.

    Alrededor de un tercio de los alimentos producidos en el mundo se desperdicia después de la recolección. Si el desperdicio de alimentos formara un país, sería el tercer mayor emisor de gases de efecto invernadero. Y, sin embargo, más de 2.000 millones de personas sufren inseguridad alimentaria, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación.

     Cultivos que se pudren en un campo inundado en Iowa, Estados Unidos. Crédito: Lyroky / Alamy Stock Photo.

    La agricultura suele ser uno de los sectores más vulnerables al cambio climático. En los últimos años, las sequías, las inundaciones, los incendios forestales y las olas de calor han destruido los cultivos, reducido las cosechas y han empobrecido a los agricultores.

    El cambio climático también pone en peligro a los agricultores y trabajadores del sector alimentario. Cada vez se reconocen más los riesgos laborales a los que se enfrentan los trabajadores agrícolas, y cómo estos riesgos se ven agravados por el cambio climático.

    Además de la creciente amenaza de fenómenos meteorológicos extremos, DeLonge afirma que hay "cambios más sutiles" que van a afectar al rendimiento de los cultivos. Los cambios en los regímenes de temperatura o de precipitaciones pueden afectar a los cultivos que se pueden cultivar en cada lugar, y pueden introducir nuevas plagas y enfermedades en los distintos ecosistemas. Según explica a Carbon Brief:

    "Todos estos tipos de impactos suponen grandes cambios, grandes trastornos para los agricultores y los trabajadores. Todos estos impactos diferentes van a requerir diferentes tipos de adaptación".

    Por eso, según DeLonge, los cambios en los sistemas alimentarios deben tener en cuenta la adaptación al cambio climático, además de la de su mitigación. 

    Enlace Parte 2

    Fuente: Autora: GIULIANA VIGLIONE

  • El reto de lograr una "transición justa" en la agricultura (Parte 2)

    7 - 8 minutos

    Enlace Parte 1

     Un enfoque "horizontal

    Uno de los cambios más discutidos es el paso a la "agroecología", un término amplio que engloba una multitud de prácticas agrícolas sostenibles. La agroecología implica tener en cuenta tanto las cuestiones ecológicas como las sociales para diseñar mejores sistemas alimentarios.

    En general, la agroecología se centra en la conservación del suelo, pero, en la práctica, los métodos y enfoques específicos utilizados pueden variar mucho, dice la profesora Helda Morales, agroecóloga del Colegio de la Frontera Sur (ECOSUR) en México.

    "La agroecología no tiene recetas. Hay que adaptarla a cada situación".

    En muchas partes del mundo, la agroecología ya se practica a pequeña escala. Pero, en algunos lugares, los métodos se están generalizando. El caso de la "agricultura natural de balance cero" en la India es uno de los cinco ejemplos de ampliación de la agroecología examinados por Morales y sus colegas en un documento de 2018

    El estudio analizó cinco casos prácticos de lugares en los que se había aplicado con éxito el cambio a gran escala hacia la agroecología.

    La clave, según descubrieron, es que las cinco transformaciones masivas se realizaron como respuesta a una crisis: ya sea debido a un conflicto, a sanciones internacionales, a la disminución de la productividad agrícola o a la incapacidad de los agricultores para ganarse la vida. Escriben:

    "Estas crisis crearon oportunidades políticas y contextos propicios para las alternativas al modelo agroindustrial.

    En estos climas, las semillas de la agroecología a gran escala podrían germinar y luego ser cultivadas por un conjunto de impulsores que interactúan".

    Pero la crisis por sí sola no puede explicar el éxito de la agroecología a gran escala en estos lugares, dice Morales, porque "muchas veces, la crisis nos paraliza". La verdadera clave, añade, es la organización de los agricultores y trabajadores. 

    "Los agricultores que están trabajando por su cuenta - tal vez estén haciendo grandes cosas por el medio ambiente, pero sólo a muy pequeña escala. Pero si están conectados entre sí, pueden tener un gran impacto".

    Además, añade, estas ideas tienen que compartirse de una manera "horizontal" -de agricultor a agricultor- en lugar de imponerse de arriba abajo.

    Este enfoque horizontal es el que le suena a Anderson. En diciembre de 2019, Anderson fue autor de un libro blanco para ActionAid International titulado "Principios para una transición justa en la agricultura". El informe enumera cuatro principios clave para dirigir una transición justa en la agricultura:

    1. Abordar y no agravar las desigualdades
    2. Transformar el sistema alimentario para que funcione para las personas, la naturaleza y el planeta.
    3. Garantizar la inclusión y la participación en los procesos de planificación
    4. Desarrollar un marco global que tenga en cuenta las necesidades y perspectivas de los diferentes grupos y vincule las soluciones locales, regionales y nacionales

    Cualquier cambio a gran escala en las prácticas agrícolas debe proporcionar una red de seguridad social a los agricultores que realicen esa transición, afirma Anderson. Y esta necesidad aumenta en el caso de los agricultores del sur del mundo y de los grupos marginados.  

    "Cuanto más pobres y marginados sean los agricultores y más obstáculos encuentren, más difícil les resultará la transformación".

    Señala que, en algunas partes de los países del Sur, las mujeres representan el 50% de los agricultores, pero a menudo se las excluye sistemáticamente de los programas de extensión, de la toma de decisiones y del acceso a la ayuda financiera.

     Agricultora recogiendo té en Kenia. Crédito: Robert Harding / Alamy Stock Photo.

    El Dr. Stephen Whitfield, científico social del medio ambiente de la Universidad de Leeds, subraya que las transiciones justas deben desarrollarse con las opiniones de los grupos afectados, en lugar de ser impuestas por los grupos de poder.

    "Lo que queremos decir con una transición justa es que se ha dado voz a diferentes personas y que ha habido espacio para negociar y deliberar sobre diferentes perspectivas, sin estar necesariamente controlados por un proyecto concebido desde fuera".

    Anderson está de acuerdo en que los grupos infrarrepresentados y marginados deben participar desde el principio del proceso para lograr una transición justa.  

    "Es realmente importante encontrar formas de incluir y escuchar a los que no suelen tener voz. No basta con decir: "Bien, hemos abierto la puerta, pero no la han atravesado, así que mala suerte". Hace falta un enfoque proactivo para comprometerse con las mujeres, los pequeños agricultores, los trabajadores inmigrantes, los pueblos indígenas y los jóvenes".

    Y más allá de abordar las desigualdades dentro de una sociedad, una transición justa debe adoptar un enfoque de justicia climática a mayor escala, afirma.

    "Una transición justa tiene que estar absolutamente respaldada por los valores de justicia climática y equidad.  Además, tiene que reconocer que las mayores emisiones del sector agrícola se producen en el norte del mundo, donde la agricultura está muy industrializada, por lo que la acción debe ser liderada por los países donde la industrialización y las emisiones han sido mayores".

    Un "gran reto

    Los cambios en las prácticas agrícolas, especialmente cuando se realizan sin consultar a los propios agricultores, suelen encontrar rechazo.

    A principios de este año se produjeron importantes protestas de los agricultores tras el impulso generalizado del gobierno de Sri Lanka a la agricultura ecológica: la prohibición de importar o utilizar fertilizantes y pesticidas químicos, anunciada por el presidente de Sri Lanka, en abril. El gobierno de Rajapaksa derogó algunas de las restricciones en los meses siguientes.

    Los profundos lazos personales y culturales que la gente tiene con sus alimentos dificultan estos debates, afirma Whitfield, y añade que es "difícil tratar la equidad a esa escala tan pequeña". Y, a menudo, los debates polémicos -como los que giran en torno al consumo de carne o a los organismos genéticamente modificados- no dejan lugar a los matices ni a la búsqueda de un término medio. 

    "Cuando se trata de la agricultura y los sistemas alimentarios, la gente tiene diferentes perspectivas y prioridades que entran en conflicto. Es muy raro que haya una una solución en la que todos salgan ganando".

    Otro obstáculo para lograr una transición justa en la agricultura es la formación y composición de la mano de obra. El carácter estacional -y a menudo transitorio- de la mano de obra agrícola hace que los sindicatos de trabajadores del campo tengan tasas de participación más bajas que sus homólogos industriales.

    Además, los sindicatos agrícolas "suelen ser más representativos" de los propietarios de las explotaciones que de los trabajadores que contratan, que suelen pertenecer a grupos marginados, afirma Anderson. Como resultado, estos trabajadores a menudo "no tienen sindicatos que luchen por su causa para una transición justa".

     

     Mujeres latinas protestando en una manifestación de United Farmworkers en Stockton, California, en 1994. Crédito: Jeremy Hogan / Alamy Stock Photo.

    Para Devinder Sharma, analista de políticas alimentarias y comerciales afincado en la India, hay que hacer frente al "desenfreno" de los mercados libres que han fomentado los excedentes de producción y las exportaciones agrícolas para asegurar una retribución justa a los agricultores.

    "El mundo ha fracasado en asegurar que los agricultores obtengan unos ingresos estables; también ha fracasado en asegurar que obtengan un precio rentable por lo que producen. No es de extrañar que los agricultores abandonen la agricultura o que desaparezcan en gran número... Cualquier transición que esperemos no puede producirse con un estómago hambriento". 

    Los expertos sostienen que, si el mundo espera que los agricultores cambien sus prácticas, debe proporcionarles "redes de seguridad", como garantía de ingresos, asegurando que los agricultores sepan que podrán ganarse la vida y que recibirán ayudas para realizar estos cambios.

    "Es posible que pierdan ingresos durante los primeros años, pero es de interés general mundial que realicen esa transición. Así que debería contar con el apoyo de los sistemas de protección social".

    Además, según Sharma, esta garantía de ingresos no debería adoptar la forma de las subvenciones agrícolas como la que actualmente representa una proporción tan elevada de los ingresos de los agricultores en Europa y Estados Unidos. (Un reciente informe de tres agencias de la ONU concluye que casi el 90% de las subvenciones agrícolas y otras ayudas financieras son "perjudiciales" para los seres humanos y el medio ambiente).

    En lugar de depender de las subvenciones para apoyar a los agricultores, dice Sharma, los gobiernos podrían establecer mecanismos para garantizar que los agricultores reciban un precio justo por sus alimentos, como hizo España en 2020 al introducir una ley que prohíbe la venta de alimentos por debajo del coste de producción. Ese es "sólo un ejemplo", dice Sharma, y luego pregunta: "Pero en lugar de esperar a los ejemplos, ¿por qué no podemos crear nuestro propio sistema?".

    Aunque hacer los cambios necesarios en los sistemas alimentarios del mundo es un "gran reto", dice DeLonge, también es una "gran oportunidad". 

    "Ha llegado el momento de transformar el sistema alimentario. Es una gran oportunidad para hacerlo de forma que se trate bien a la gente".

    Sin embargo, en el ámbito político -a diferencia de los debates en torno a la descarbonización del sector energético- el marco de una transición justa aún no se aplica a la agricultura. Dice Whitfield:

    "En los sistemas energéticos, el discurso de la transición justa ha arrancado de verdad. Y se ha convertido en la corriente principal de la CMNUCC [Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático]. Por eso, cuando hablamos de transiciones hacia el cero neto, nos centramos mucho en las transiciones justas. Y no se ha generalizado de la misma manera cuando hablamos de agricultura y sistemas alimentarios".

    La estrategia de la UE "de la granja a la mesa" incluye un lenguaje que "reconoce la necesidad de una transición justa", dice Anderson, pero no un plan concreto para adoptar ese enfoque.

    En los últimos cuatro años, en el seno de la CMNUCC, un grupo de trabajo sobre agricultura ha desarrollado su labor con el mandato de "intentar integrar las consideraciones agrícolas en las agendas de la CMNUCC", pero con "una perspectiva bastante agronómica o técnica" y poca consideración de los aspectos sociales del cambio.

    Ahora que el ciclo de ese grupo de trabajo está llegando a su fin, espera que las próximas conversaciones en torno a la agricultura se centren más en la equidad y la justicia en los sistemas alimentarios. Whitfield y sus colegas han elaborado un informe político en este sentido que se compartirá en la COP26 de Glasgow, y están preparando una exposición en la COP en la que se presentarán estudios de casos de transformaciones agrícolas que se llevaron a cabo a través de un marco de equidad. 

    Enlace Parte 3

    Fuente: Autora: GIULIANA VIGLIONE

  • El reto de lograr una "transición justa" en la agricultura (Parte 3)

    3 - 5 minutos

    Enlace Parte 1

    Enlace Parte 2

    Agricultores indios protestan contra la nueva ley agrícola del gobierno indio, en la frontera de Singhu, 2020. Crédito: Prikshit Dalal / Alamy Stock Photo.

    La angustia agraria

    La India ofrece una visión de la magnitud del reto al que se enfrenta la agricultura hoy en día.

    En todo el país, más del 40% de la población activa está ocupada en la agricultura, según un informe de 2018 del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. Las estadísticas recopiladas por la Oficina Nacional de Estadísticas del gobierno indio en 2019 muestran que el 54% de los hogares son agrícolas. En algunos lugares, como el estado noroccidental de Rajastán, ese porcentaje supera ampliamente el 70%.

    Sin embargo, la proporción de agricultores en la India está reduciéndose -con más del 60% hace apenas tres décadas- a causa de que la gente abandona sus granjas o se traslada a las zonas urbanas.

    Desde hace más de un año se están produciendo movilizaciones masivas de agricultores como respuesta a tres leyes agrícolas que relajan la normativa sobre la venta de sus productos. Mientras que el gobierno afirma que las leyes potenciarán a los agricultores y transformarán el sector agrícola, los agricultores que protestan afirman que estas leyes perjudicarán sus medios de vida. 

    El aumento de las temperaturas, los cambios en el régimen de lluvias y los fenómenos meteorológicos extremos han hecho estragos en la agricultura del país.

    Las dificultades a las que se enfrentan los agricultores indios pueden tener consecuencias devastadoras. Una media de 28 agricultores se suicidan cada día en la India.

    Estos problemas no son exclusivos de la India, explica Sharma:

    "La agricultura india, como la de todo el mundo, está pasando por una terrible, terrible crisis agraria".

    Pero al tiempo que ilustra los retos de una transformación agraria, la India también ofrece un posible modelo de camino a seguir.

    El estado de Andhra Pradesh, en el sureste del país, ha adoptado un enfoque novedoso para abordar estas crisis cruzadas. En 2018, su gobierno anunció un plan para apoyar a sus 6 millones de agricultores en la transición a un sistema de agricultura totalmente natural, conocido como "agricultura natural de balance cero" (ZBNF).

    El uso de recursos locales reduce los costes para los agricultores, facilitando la transición. Para el año 2024, todas las explotaciones de Andhra Pradesh utilizarán una agricultura sin productos químicos.

    En algunas partes del estado donde ya se ha iniciado la transición a la agricultura natural, las cosas ya están mejorando tanto para los agricultores como para el medio ambiente, afirma Sharma.

    "En las zonas donde ya se ha producido la transición no hay ningún suicidio de agricultores. También vemos que los ingresos de los agricultores, comparativamente, son mucho mejores en esas zonas. También vemos que la calidad del suelo y del medio ambiente es mucho, mucho mejor".

    Aunque no se lleve a cabo específicamente en el marco de una "transición justa", el cambio a la ZBNF es una de las transformaciones agrícolas a mayor escala del mundo, afirma Sharma. " El tiempo dirá si otros Estados lo adoptan", afirma.

    Los defensores de la agricultura industrializada o de las soluciones tecnológicas sostienen que el mundo necesita seguir aumentando la producción y el rendimiento de los cultivos para poder alimentar a una población de 10.000 millones de personas en el año 2050.

    Sharma afirma que estas estadísticas se utilizan para crear una "psicosis del miedo", señalando que el mundo ya produce suficientes alimentos para alimentar a 14.000 millones de personas, según algunas estimaciones. (Otras estimaciones sitúan esa cifra en torno a los 10.000 millones):

    Eso no quiere decir que no haya que intentar mejorar la producción, afirma. Pero el verdadero problema, en su opinión, es la cantidad de residuos alimentarios que generan nuestros sistemas alimentarios actuales.

    A medida que los fallos de los sistemas agrícolas modernos quedan al descubierto, el reconocer la necesidad de un cambio es cada vez más evidente, advierte Sharma:

    "El mundo está empezando a darse cuenta de la locura que cometió, cuando apostó por los sistemas de agricultura intensiva en todo el planeta... El mundo, al menos, está empezando a darse cuenta de que tenemos que abandonar ese tipo de sistema agrícola destructivo para el medio ambiente... Cada vez hay más conciencia de que esto no sólo es posible, sino que hay que hacerlo".

    Fuente: Autora: GIULIANA VIGLIONE

  • El sorprendente papel de la Agencia Espacial en la agricultura

    Todo el mundo necesita comer 

    La comida es una necesidad básica, y está en el corazón de toda sociedad humana y de todo lo que sentimos como nuestro hogar. También representa una de nuestras conexiones más importantes con la Tierra. Los cultivos y los productos animales, ya sean recogidos del océano o de la tierra, criados en granjas grandes y pequeñas, en vastos campos o en nuestros patios traseros y comunidades urbanas, dependen de la luz solar, el agua y el suelo para crecer y prosperar. 

    Producir alimentos siempre ha sido un reto, y en el siglo XXI, el cambio climático provocado por el hombre está afectando ya a la seguridad alimentaria por el aumento de las temperaturas, la frecuencia de los fenómenos extremos y el cambio de los patrones de precipitación. Esto está aumentando el riesgo de interrupción del suministro de alimentos al desplazar las zonas de cultivo y de pastoreo, reduciendo el acceso al agua y el rendimiento de los alimentos, todo lo cual contribuye a cambiar el escenario de nuestro suministro de alimentos y agua. 

    Además, más de 800 millones de personas padecen hambre crónica en todo el mundo. Se calcula que en 2050 la población mundial aumentará a 10.000 millones de personas. A medida que la población -y la demanda de alimentos- sigue creciendo, necesitamos formas innovadoras de alimentar al mundo.            

    Los datos de la NASA son fundamentales

    En la era de los satélites, los conocimientos de observación de la Tierra se han convertido cada vez más en parte del proceso de producción de alimentos. Gracias a las observaciones desde el espacio y las aeronaves, combinadas con una modelización informática de alto nivel, los científicos de la NASA trabajan con organismos asociados, organizaciones, agricultores, ganaderos, pescadores y responsables de la toma de decisiones para compartir nuestra comprensión de la relación entre el sistema terrestre y los entornos que nos proporcionan alimentos. 

    Trabajando con las poblaciones locales y los responsables de la toma de decisiones para determinar sus necesidades y cómo pueden utilizar mejor los datos de observación de la Tierra, la NASA ayuda a quienes se ocupan de cuestiones como la gestión del agua para el riego, la identificación de los tipos de cultivos y el uso de la tierra, la vigilancia de la calidad del agua de las costas y los lagos, la preparación para la sequía y las alertas tempranas de hambruna. 

    En las próximas semanas, compartiremos las historias de personas en Estados Unidos y en el extranjero sobre cómo utilizan los datos de la NASA, por ejemplo:

    - Cómo utilizan la información científica de la NASA para ayudar a planificar y afrontar las temporadas de cultivo ante la sequía y la escasez de agua. 

    - Cómo la información de las ciencias de la Tierra les ayuda a desarrollar prácticas agrícolas y acuícolas más sostenibles. 

    - Cómo las organizaciones asociadas, como el Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, utilizan los datos de la NASA para alcanzar sus objetivos de mantenimiento y seguimiento de los cultivos y productos básicos en todo el mundo. 

    Además, nos introduciremos en la ciencia que hace posible todo esto, presentaremos las misiones satelitales actuales y futuras que recogen estos datos esenciales y esperaremos el lanzamiento de la novena misión Landsat, una misión conjunta con el Servicio Geológico de Estados Unidos. El programa Landsat tiene un historial sin precedentes de casi 50 años de observaciones continuas de la Tierra y es uno de los satélites esenciales que proporcionan datos para la agricultura. 

    Landsat 9, junto con otras misiones de ciencias de la Tierra de la NASA, las agencias asociadas y las misiones de próxima generación del Observatorio del Sistema Terrestre de la NASA, proporcionarán una información crucial en ciencias de la Tierra durante la próxima década. Estas misiones recopilarán información sobre los sistemas de la Tierra desde encima de nuestras cabezas hasta debajo de nuestros pies; la atmósfera, el agua, la superficie terrestre, la humedad del suelo y las aguas subterráneas bajo la superficie de la Tierra. Toda esta información y las investigaciones mejorarán nuestra comprensión de cómo estas diferentes partes del medio ambiente interactúan y funcionan como un sistema, ayudarán a las comunidades y a los responsables en la toma de decisiones a todos los niveles, a reforzar la resistencia al clima y la adaptación de los sistemas agrícolas en todas las dimensiones de la seguridad alimentaria: disponibilidad, acceso, estabilidad y utilización. 

    Banner: Un collage de fotos, imágenes científicas y dibujos lineales que representan los datos de la Tierra y las conexiones agrícolas. Crédito: NASA

     Fuente:  Last Updated: Jul 26, 2021 Editor: Sofie Bates

  • La NASA y sus socios ofrecen una imagen global de los cambios medioambientales

    La NASA, la ESA y la JAXA han creado un Panel Triagencial que combina sus recursos, conocimientos técnicos y experiencia para reforzar nuestra comprensión global del cambio del medio ambiente y sus efectos económicos. Méritos: NASA

    Continuando con la colaboración que produjo por primera vez el Panel de Observación de la Tierra COVID-19 en 2020, la NASA y sus socios internacionales de Europa y Japón han combinado el poder científico colectivo de sus datos de satélites de observación de la Tierra para ampliar el recurso online para documentar una gran variedad de cambios en todo el planeta en el medio ambiente y la sociedad humana.

    El panel de control ampliado de la NASA, la ESA (Agencia Espacial Europea) y la JAXA (Agencia de Exploración Aeroespacial de Japón) incluye seis nuevas áreas de interés -atmósfera, agricultura, biomasa, agua y océano, criosfera y economía- que permiten a los usuarios profundizar en historias basadas en datos y explorar de forma interactiva conjuntos de datos relevantes.

    "Germain, directora de la División de Ciencias de la Tierra de la NASA. "Con nuestros socios de la ESA y JAXA, este es otro paso importante para conseguir la información más reciente para el público acerca de nuestro planeta, de una manera accesible y fácil de usar, que puede fundamentar la toma de decisiones y la planificación en las comunidades de todo el mundo."

    El Panel de Control proporciona un recurso fácil de usar para el público científico, los responsables de la toma de decisiones y las personas que pueden no estar familiarizadas con los datos de los satélites o de la observación de la Tierra. Ofrece una visión precisa, objetiva y completa de nuestro planeta. Utilizando observaciones precisas de teledetección, el portal muestra los cambios que se producen en el aire, la tierra y el agua de la Tierra y sus efectos en las actividades humanas. Los usuarios pueden explorar países y regiones de todo el mundo para ver cómo cambian los indicadores en lugares concretos a lo largo del tiempo.

    Las agencias colaboraron para identificar los flujos de datos satelitales más relevantes y adaptaron la interfaz informática existente para compartir los datos de todas las agencias y producir indicadores e historias de interés.

    "La colaboración internacional entre nuestras agencias espaciales es fundamental", afirmó Simonetta Cheli, directora de los Programas de Observación de la Tierra de la ESA. "Los datos avanzados de los satélites de observación de la Tierra proporcionados por la ESA, la NASA y la JAXA se utilizan cada día para beneficiar a la sociedad en general y avanzar en el conocimiento de nuestro planeta. Tras el éxito del Panel de Observación de la Tierra, estoy encantado de ver cómo nuestros recursos y conocimientos técnicos pueden ampliarse y utilizarse para avanzar en nuestra comprensión de los cambios medioambientales globales y otros retos sociales que afectan a nuestro planeta."

    En la sección de la atmósfera se muestran las formas en que la contaminación del aire y el cambio climático contribuyen a los mayores retos medioambientales de nuestro tiempo.

    En la sección de agricultura, los usuarios pueden explorar los datos de los satélites que proporcionan información sobre la producción agrícola, las condiciones de los cultivos y el suministro de alimentos.

    En la parte de la biomasa se describe cómo los árboles y las plantas eliminan cantidades sustanciales de dióxido de carbono de la atmósfera cada año.

    En la sección dedicada a la criosfera, un artículo sobre los efectos del aumento de la temperatura global en la extensión del hielo marino permite al lector interactuar con una visualización geográfica de un conjunto de datos sobre el hielo marino del JAXA.

    El área de agua y océano se centra en el mayor recurso natural de la Tierra y permite a los usuarios descubrir una visión del océano tan rica y compleja como la de la tierra.

    En la sección de economía se puede acceder a conjuntos de datos que muestran cómo los sistemas sociales y económicos de la Tierra están conectados con el medio ambiente.

    Además de los artículos y conjuntos de datos que se ofrecen en cada una de las áreas de interés, el Panel de Observación de la Tierra proporciona acceso directo a una herramienta de análisis de los conjuntos de datos, que permite a los usuarios explorar de forma interactiva los diferentes indicadores en detalle.

    "Tras la colaboración con la NASA y la ESA en COVID-19, hemos ampliado este Panel para ofrecer ampliamente las noticias sobre temas globales sobre el medio ambiente y el cambio climático al mundo en la colaboración trilateral", dijo Koji Terada, vicepresidente de JAXA y director general de la Dirección de Tecnología Espacial I. "Desde la perspectiva de contribuir a la comprensión del medio ambiente y los sistemas de la Tierra y mejorar los valores de los datos de observación de la Tierra, en JAXA seguiremos trabajando en la actualización de este panel".

    El año pasado, el administrador de la NASA, Bill Nelson, anunció un concepto para el Centro de Información sobre la Tierra de la NASA, que es una oportunidad para que la agencia aproveche sus datos y capacidades de modelado para trabajar con socios gubernamentales y comunitarios de confianza con un compromiso de larga duración en las comunidades más afectadas por el cambio climático. El Panel de Observación de la Tierra ampliado complementa la planificación que se está llevando a cabo para el Centro de Información de la Tierra.

    La NASA, la ESA y la JAXA seguirán actualizando el Panel a medida que se disponga de nuevos datos.

    Visite el Panel de Observación de la Tierra en: https://www.eodashboard.org

    Fuente: Tylar Greene, Headquarters, Washington 202-358-0030 Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

  • La sequía agrícola en Europa es cada vez más frecuente, intensa y duradera

    Jasper Suijten / Shutterstock

     

    La sequía es un fenómeno silencioso, que llega sin avisar y del que, normalmente, nos damos cuenta cuando lleva entre nosotros semanas o meses.

    La comunidad científica se ha ocupado preferentemente de estudiar la sequía en regiones o países (Sahel, Cuerno de África, Sudáfrica, Australia…) donde el problema es acuciante y las consecuencias dramáticas en la mayoría de los casos. Esto es comprensible, pero provoca que el foco no esté tan pendiente de otras áreas geográficas.

    En un trabajo publicado recientemente en la revista Global and Planetary Change, hemos analizado la evolución de la humedad del suelo en Europa en los últimos treinta años. Y hemos llegado a una conclusión clara: el suelo cada vez tiene menos agua.

    La sequía agrícola

    La sequía se puede definir como un periodo prolongado de escasez de recursos hídricos capaz de provocar efectos adversos sobre la sociedad, los sistemas productivos y los ecosistemas.

    Existen diferentes tipologías de sequía según el proceso hidrológico de referencia y el ámbito natural o socioeconómico al que afecte de manera más directa. Los tipos que se consideran habitualmente son los siguientes:

    • Sequía meteorológica: hace referencia a un periodo prolongado en el que se registra una precipitación inferior a lo normal.

    • Sequía hidrológica: viene identificada por un periodo en el que los recursos hídricos, ya sean superficiales o subterráneos, se sitúan por debajo de lo habitual.

    • Sequía agrícola: ocurre cuando la disponibilidad de agua en el suelo para las plantas se reduce a un nivel tal que afecta negativamente el rendimiento de los cultivos y, por tanto, a la producción agrícola.

    También se analizan en algunos contextos la sequía ecológica o la socioeconómica.

    La sequía agrícola suele ser la que tiene un mayor impacto social, pues afecta a un sector tan sensible y expuesto como relevante desde el punto de vista socioeconómico. La sequía agrícola no solo afecta a la renta de los agricultores, los primeros damnificados, sino que pone en jaque la seguridad alimentaria de las regiones con las que se ceba. Como consecuencia de ello, exacerba las desigualdades sociales y económicas, actúa como catalizador de conflictos sociales, activa los flujos migratorios e intensifica las crisis sanitarias.

    Evolución de la sequía agrícola en Europa

    Nuestro estudio ha puesto de manifiesto que, en aquellos territorios europeos en los que ha habido una variación significativa del contenido de agua del suelo en las últimas tres décadas, en más del 80 % de los casos la tendencia ha sido negativa. Es decir, el suelo cada vez tiene menos agua.

    Como consecuencia, la sequía agrícola muestra una clara tendencia positiva, es decir, va aumentando con el paso de los años. Además, hemos observado que su intensidad está siendo cada vez mayor y que la duración de los episodios se ha ido incrementando. En definitiva, está aumentando la frecuencia de la sequía agrícola, es más intensa y dura más.

    En un estudio anterior, referido exclusivamente a la península ibérica, llegamos a conclusiones similares. En ese caso, detectamos que los resultados eran especialmente significativos y permitían observar un claro aumento de la sequía agrícola para el periodo que va de mayo a octubre. Ese intervalo coincide con el ciclo completo o, en algunos casos, crítico, de los principales cultivos de un país mediterráneo como España.

    Un escenario preocupante

    Los resultados de estos estudios dibujan un escenario preocupante para la agricultura del continente europeo. No solo la agricultura de secano, que depende exclusivamente del agua de lluvia que finalmente se almacena en el suelo, se va a ver afectada negativamente. También la de regadío, porque la evolución de las condiciones ambientales está haciendo que aumenten las necesidades hídricas de los cultivos.

    Además, y como consecuencia de la tendencia que hemos analizado en nuestro estudio, regiones o países donde hasta hace poco el regadío era inexistente, testimonial o puntual, están aumentando el riego, en unos casos o, en otros, están comenzando a implementarlo. Sus condiciones bioclimáticas habituales lo hacían innecesario o circunstancial, pero ahora la situación es diferente.

    La Unión Europea reconoce que “aunque las necesidades de riego son mayores en la región mediterránea, los países del norte y el este de Europa han tenido que tomar medidas de emergencia debido a los largos períodos de sequía en los últimos años, y los fondos agrícolas de la UE han proporcionado una red de seguridad en varios Estados miembros de la UE durante las sequías recientes. Incluso en regiones con un clima húmedo, el riego suplementario sirve como una herramienta para abordar los riesgos y limitaciones en la disponibilidad de recursos hídricos”.

    La eventualidad de regar más o regar donde antes no se regaba supone la necesidad de detraer recursos hídricos adicionales del medio natural, ya sean superficiales o subterráneos. Eso puede suponer un incremento de la tensión hídrica por el previsible impacto que pueda suponer, en un escenario de cambio climático ya de por si tensionado. La situación de los sistemas fluviales y acuíferos es inquietante debido a los efectos del calentamiento global, y esto añade un factor de presión añadido.

    Sequía agrícola y seguridad alimentaria

    La tendencia que hemos observado en la sequía agrícola en Europa supone un elemento adicional de incertidumbre en el contexto agroalimentario actual. La crisis derivada de la invasión de Ucrania (“el granero de Europa”) ha puesto de manifiesto la fragilidad de los sistemas de producción y abastecimiento europeos y mundiales, y la precariedad de la seguridad alimentaria en regiones, como el continente europeo, donde habitualmente ha sido observada como un problema ajeno. El incremento paulatino del riesgo de sequía agrícola hace que aumente aún más dicha fragilidad.

    Con este panorama, cobra más fuerza, si cabe, la necesidad de adoptar medidas efectivas de adaptación al cambio climático en el ámbito de la agricultura. En este contexto, destacan dos ejes especialmente. Por un lado, la profundización en la gestión eficiente del agua en la agricultura sobre la base de la utilización de las nuevas tecnologías, especialmente en riego y monitorización de suelos y cultivos. Por otro, la biotecnología agrícola, investigando e innovando para que las plantas cultivadas se adapten eficientemente a unas condiciones cada vez más estresantes, manteniendo o, si es posible, incrementando su productividad.

     

    Publicado en The Conversation el 10 de julio de 2022. Enlace al original.

    Cláusula de Divulgación

    José Martínez Fernández recibe fondos de la Junta de Castilla y León (proyectos SA112P20 and CLU-2018-04), y del Ministerio de Ciencia e Innovación (proyecto PID2020-114623RBC33), así como del Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER). .

    Laura Almendra Martín recibe fondos de las ayudas para financiar la contratación de personal investigador predoctoral de la Junta de Castilla y León y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (FEDER)

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  • Los suelos del mundo "bajo gran presión", según el informe de la ONU sobre contaminación

    Los suelos proporcionan el 95% de todos los alimentos, pero están dañados por la contaminación industrial, agrícola, minera y urbana.

     

    tractor sprays crops

    El herbicida glifosato se rocía sobre un campo de maíz en el noroeste de Francia. Fotografía: Jean-François Monier/AFP/Getty

     

    Los suelos del mundo, que proporcionan el 95% de los alimentos de la humanidad, están "bajo una gran presión", según un informe de la ONU sobre la contaminación del suelo.

    Los suelos también son el mayor depósito activo de carbono, después de los océanos, y por lo tanto son cruciales para combatir la crisis climática. Pero el informe afirma que la contaminación industrial, la minería, la agricultura y la mala gestión de los desechos están envenenando los suelos, y que el principio de "quien contamina paga" está ausente en muchos países.

    Los contaminantes incluyen metales, cianuros, DDT y otros pesticidas, y productos químicos orgánicos de larga duración como los PCB, según el informe, lo que hace que los alimentos y el agua sean inseguros, reducen la productividad de los campos y dañan la vida silvestre. Sin embargo, señala que la mayoría de las emisiones de contaminantes que terminan en el suelo no se cuantifican fácilmente y, por lo tanto, el daño real sigue siendo muy incierto.

    La producción mundial de productos químicos industriales cada año se ha duplicado desde 2.000 a 2.300 millones de toneladas, según el informe, y se proyecta que casi se duplique nuevamente para 2030, lo que significa que se espera que la contaminación del suelo aumente aún más. La ONU también advierte sobre contaminantes emergentes, incluidos productos farmacéuticos, antimicrobianos que conducen a bacterias resistentes a los medicamentos y plásticos.

    “Los suelos globales están bajo una gran presión”, dijo Qu Dongyu, director de la organización de la ONU para la alimentación y la agricultura. "Esta delgada corteza de la superficie de la Tierra, el suelo, sustenta toda la vida terrestre y está involucrada en muchos servicios ecosistémicos clave que son esenciales para el medio ambiente y para la salud y el bienestar humanos".

    Inger Andersen, directora del programa de medio ambiente de la ONU (Unep), dijo: “La contaminación del suelo puede ser invisible para los ojos humanos, pero compromete los alimentos que comemos, el agua que bebemos y el aire que respiramos. La contaminación no conoce fronteras: los contaminantes se mueven a través del suelo, el aire y el agua.

    “Es hora de reconectarnos con nuestros suelos, ya que es donde comienza nuestra alimentación”, dijo. “La contaminación del suelo ya no debería ser una realidad oculta. Seamos todos parte de la solución a la contaminación del suelo ".

    El futuro de los suelos parece "sombrío" y su estado es al menos tan importante como la emergencia climática y la destrucción del mundo natural sobre el suelo, según los científicos detrás de otro informe de la ONU sobre la biodiversidad del suelo, publicado en diciembre. Desde la Revolución Industrial, se han perdido alrededor de 135.000 millones de toneladas de suelo de las tierras de cultivo y, dado que los suelos tardan miles de años en formarse, se necesita una protección y restauración urgentes de los suelos que quedan, según afirman los científicos.

    El nuevo informe de la ONU concluye: "Los contaminantes del suelo pueden tener consecuencias irreparables en la salud humana y del ecosistema". La mayor fuente de contaminación del suelo varía según la región. El mayor problema es la contaminación industrial en Europa occidental y América del Norte, la agricultura en Asia, América Latina y Europa oriental y la minería en África subsahariana. En el norte de África y el Cercano Oriente, la contaminación urbana es la principal fuente de contaminación.

    “El paso fundamental para identificar a la parte responsable de la contaminación aún falta en muchos estados”, según el informe. "Se espera que la contaminación del suelo aumente a menos que haya un cambio rápido en los patrones de producción y consumo y un compromiso político hacia una gestión sostenible real donde la naturaleza se respete plenamente".

     

    Cómo el suelo ofrece esperanza para la crisis climática. Pulse para ver el vídeo

     

    "Se necesita un mayor compromiso político, empresarial y social para buscar alternativas al uso de contaminantes altamente tóxicos y para aumentar la inversión en investigación, prevención y recuperación", dice el informe, señalando que las limpiezas después de que ocurre la contaminación pueden costar cientos de millones de dólares. Los suelos del mundo también están siendo dañados por otros factores, como la erosión, la acidificación, la contaminación por sales y la compactación.

    Un informe de 2017 encontró que un tercio de la tierra del planeta está severamente degradada y que se estaba perdiendo suelo fértil a un ritmo de 24 mil millones de toneladas al año. El secretario de Medio Ambiente del Reino Unido dijo en 2017 que el país estaba a 30 o 40 años de "la erradicación fundamental de la fertilidad del suelo" en algunos lugares.

     

    Publicado el 4 de junio de 2021 por Damian Carrington en The Guardian. Enlace al artículo original: https://bit.ly/2Rsddq4

     

  • Riego con bacterias para usar menos fertilizantes

    Shutterstock / Savyolova Ekaterina

     

    Imagine, por un momento, que sus pies están anclados al suelo. Si tiene sed, no puede ir a por un vaso de agua. Si tiene hambre, no puede ir a por comida. Si le da el sol, no puede moverse hacia la sombra. Parece complicado sobrevivir así, ¿verdad? Pues así viven las plantas. Fijadas al suelo, expuestas al ambiente y solo pueden usar lo que tienen a mano.

    Esto hace que su crecimiento se vea muchas veces limitado. ¿Qué pasa cuando esa planta es un cultivo que va a servir de alimento a una población que aumenta cada vez más, y que demanda más y mejores alimentos? Que el ritmo de la naturaleza no es suficiente para compensar el ritmo de producción y consumo de la sociedad. De ahí el uso de fertilizantes.

    Pan para hoy, hambre para mañana

    Fertilizantes y pesticidas aportan los nutrientes necesarios que la planta no puede ir a buscar y la defienden de enfermedades e insectos. Esto incrementa la producción de alimentos, pero trae otros problemas. Por un lado, la calidad del alimento se puede ver mermada y, por otro, se altera la salud del suelo a largo plazo. De hecho, a día de hoy, un tercio del suelo de nuestro planeta se encuentra de moderada a altamente degradado.

    Por ello, se buscan alternativas más ecológicas (y asumibles económicamente) para mantener la producción de los cultivos sin perjudicar el medio ambiente. Una de estas alternativas es el uso de bacterias.

    ¿Pero las bacterias no son malas?

    Las bacterias siempre han tenido muy mala fama. Sabemos que provocan enfermedades como salmonelosis, legionelosis o gonorrea. A la mente nos viene ese anuncio de producto de limpieza que acaba con la suciedad y las dichosas bacterias de nuestra casa. ¿Cómo puede ser bueno algo así?

    Pues bien, bacterias hay por todas partes. En el aire que respira, en su cuerpo, en su comida, en el botón del ascensor que pulsa para subir a casa, en la pantalla de su móvil, etc. Si todas fueran perjudiciales, tendríamos un serio problema.

    Algunas son potencialmente perjudiciales, otras beneficiosas y otras, simplemente, conviven con nosotros en armonía. Y por supuesto, el suelo no es una excepción. En el suelo hay bacterias. Muchas bacterias. En un solo gramo de suelo sano, puede haber mil millones de bacterias. Pensémoslo de nuevo. En una cucharada grande de suelo hay más bacterias que habitantes tiene todo el planeta Tierra. Y en él, cumplen funciones muy importantes para mantener su viabilidad.

    Las bacterias como fertilizantes vivientes

    Muchas de estas bacterias no están en el suelo por casualidad. Algunas han conseguido establecer un pacto con las plantas, y a lo largo de los años se han adaptado a vivir con ellas.

    Las bacterias se alimentan de lo que las plantas excretan por sus raíces y, a cambio, les hacen algunos favores. Por ejemplo, hay bacterias que producen hormonas vegetales que aumentan el crecimiento de las raíces. También ayudan a la planta a tomar nutrientes del suelo.

    Elementos como el nitrógeno, el hierro y el fósforo son fundamentales para las plantas. Muchas veces, en el suelo hay cantidad suficiente de estos elementos, pero en formas en las que los vegetales no los pueden tomar. Es como si estuviéramos sentados sobre una montaña de granos de café, pero no pudiéramos tomar ni una taza. Necesitamos transformarlo. Eso hacen las bacterias por distintos mecanismos fisicoquímicos.

    Por si fuera poco, también son capaces de producir compuestos contra determinados insectos, hongos y otras bacterias patógenas. Así, hay bacterias que son capaces de actuar como auténticos fertilizantes y pesticidas vivientes, y se estudia su uso como fertilizantes naturales en una gran variedad de cultivos.

     

     

    Campo de cultivo de fresa bajo plástico en Huelva. Shutterstock / miquelito

     

    Bacterias y fresas

    La fresa es uno de los cultivos donde se estudia el uso de fertilizantes bacterianos porque constituye un motor económico y social fundamental para España, en especial para Andalucía. El problema es que su cultivo intensivo hace que necesite una gran cantidad de fertilizante y agua. Como consecuencia, los residuos contaminan suelos, aguas superficiales y subterráneas.

    Si trasladamos esto al Parque Nacional de Doñana y su entorno, donde hay grandes extensiones de cultivos de fresa, la situación se agrava más. En la actualidad, en un proyecto financiado por la Junta de Andalucía estamos probando a usar fertilizantes bacterianos seleccionados en cultivos de fresa con fertilizante y riego reducidos un 30 %.

    Reducir riego y fertilizantes no solo supone un alivio medioambiental, sino también una considerable rebaja de la inversión económica que hace el agricultor. En invernadero, se ha comprobado que las plantas regadas con una solución bacteriana no consiguen llegar a crecer igual que las tratadas con la cantidad de fertilizante y riego habituales. Sin embargo, es curioso el hecho de que logran producir casi las mismas fresas, en cantidad y tamaño.

    Tras estas pruebas en invernadero, actualmente se están llevando a cabo pruebas en fincas reales en la provincia de Huelva, y habrá que esperar un poco para conocer los resultados. Por supuesto, son primeras tomas de contacto que hay que pulir hasta conseguir el efecto deseado. También hay que seguir trabajando en aspectos importantes para su aplicación, como la duración de su efecto, el estado del suelo y de las aguas a largo plazo, etc.

    Parece que el uso de bacterias supone una promesa consistente para contribuir a desarrollar cultivos que necesiten menos fertilizantes y pesticidas químicos y riego. Sin embargo, hay que seguir trabajando en algunos aspectos relacionados con su aplicación a gran escala y a largo plazo. Y por qué no, esta estrategia ecológica iría muy bien acompañada de un replanteamiento del consumo y la producción en nuestra sociedad actual.

     

    Publicado en The Conversation el 16 de septiembre de 2021. Enlace al original

     

    Disclosure statement

    Jennifer Mesa Marín does not work for, consult, own shares in or receive funding from any company or organisation that would benefit from this article, and has disclosed no relevant affiliations beyond their academic appointment.

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  • Subproductos agroindustriales y residuos de cosecha para reducir la dependencia de los cereales en los piensos

    6 - 7 minutos

    Clint Austin / Shutterstock

    España es líder europeo y uno de los diez principales productores mundiales de piensos para animales. En 2020 se produjeron 37,69 millones de toneladas de piensos, 48 % destinadas al porcino, 27 % a rumiantes y el 25 % restante a otras especies animales.

    Los piensos de los animales están basados en el uso de grandes cantidades de cereales, principalmente maíz y cebada. En la actualidad, se plantea el problema de la escasez de cereales, debida entre otras razones al cese de las importaciones procedentes de Ucrania, segundo país suministrador de maíz a España (por detrás de Brasil), con un volumen medio de 2,7 millones de toneladas anuales importadas.

    Alternativas para paliar la crisis

    La reducción del suministro de cereales ha provocado un incremento de su precio, que se ha unido al aumento del coste de las materias primas ya registrado en los últimos meses.

    Medidas como el aumento de tierras dedicadas al cultivo de cereales y la autorización de su importación de países distintos pueden contribuir a la resolución de esta crisis, pero otras medidas como la utilización de materias primas no convencionales también pueden ser útiles.

    La sustitución de materias primas convencionales por subproductos agroindustriales o residuos de cosechas puede reducir los costes de producción, la contaminación medioambiental, la huella de carbono de los productos animales y la competencia entre la alimentación animal y la humana, contribuye a la sostenibilidad de las explotaciones ganaderas, potencia la economía circular en los sectores productores y puede mejorar la imagen verde de la ganadería.

    Además, puede tener efectos beneficiosos en la salud animal y la calidad de los productos animales. En consecuencia, beneficia a la salud del consumidor.

    Sin embargo, la utilización práctica de estos recursos requiere conocer su valor nutritivo y las condiciones idóneas para su inclusión en la dieta de los animales.

    En España se han llevado a cabo numerosas investigaciones que avalan el potencial de diferentes subproductos agroindustriales y desechos vegetales para alimentar a los animales.

    Subproductos del olivar y el viñedo

    España es el primer productor mundial de aceite de oliva. En su fabricación se generan diferentes tipos de orujo de aceituna, formados por pulpa, pieles y huesos de las aceitunas y agua.

    El orujo de aceituna es un material fibroso pobre en proteína que se ha utilizado fundamentalmente en la alimentación de los rumiantes en épocas de escasez de alimento y para alimentar a animales en mantenimiento o bajo nivel productivo.

    Sin embargo, este subproducto también se ha incluido en el pienso de ovejas gestantes y lactantes y de terneros sustituyendo a los cereales sin que se reduzca el rendimiento productivo. El uso de orujo de aceituna en piensos para cerdos puede modificar el contenido en ácidos grasos de la carne hacia un perfil más insaturado y más saludable para el consumo humano.

    La viticultura y la producción de vino tienen una gran importancia social y económica en España, uno de los principales productores mundiales. Esta industria genera una gran cantidad de subproductos, entre los que el orujo de uva es el mayoritario.

    El orujo de uva es un material fibroso y de bajo valor nutritivo, pero su inclusión en el pienso de corderos puede mejorar la vida útil de la carne sin reducir la producción de los animales. Esta mejora en la estabilidad oxidativa de la carne se ha observado también al incluir pequeñas cantidades de orujo de uva en el pienso de pollos.

    Subproductos de cultivos hortofrutícolas

    España es el primer país europeo y segundo mundial en superficie dedicada a cultivos de invernadero. En ellos se generan grandes cantidades de restos vegetales, como hojas, ramas y destríos de frutos que están disponibles durante todo el año. Estos materiales vegetales tienen un alto contenido en agua y se pueden mezclar con otras materias primas para formar bloques multinutrientes.

    La administración de bloques multinutrientes con destríos de tomate y pepino a cabras lecheras modificó la grasa de la leche hacia un perfil más saludable y redujo las emisiones de metano, un gas con potente efecto invernadero.

    El potencial del tomate para reducir las emisiones de metano se ha observado también en otros estudios. El procesado del tomate para producir zumos y pasta genera pulpa de tomate, un subproducto muy abundante en España. La pulpa de tomate, ensilada o desecada, puede mejorar la calidad de la carne y la leche de los rumiantes.

    También se ha utilizado pulpa de tomate en dietas para cerdos, aves y conejos, mejorando el perfil de ácidos grasos de la carne, y en piensos para acuicultura y mascotas.

    Otro subproducto muy abundante en España es la pulpa de cítricos, que se genera en la producción industrial de zumos y puede utilizarse fresca, ensilada o deshidratada.

    La pulpa deshidratada tiene un alto contenido energético y puede sustituir a los cereales, tal y como se ha demostrado en vacuno, ovino, caprino y porcino. En cerdos, la pulpa de naranja también puede reducir las emisiones contaminantes de los purines.

    Otro subproducto del cultivo de cítricos es la hoja de los árboles. Se ha observado que las hojas de limonero y de naranjo pueden reducir las emisiones de metano de cabras lecheras y mejorar el perfil de ácidos grasos de la leche.

    En cabras lecheras se han usado ensilados con subproductos de alcachofa y brócoli y subproductos del aguacate y mango. Los subproductos del aguacate también pueden mejorar la calidad de la carne de cerdos al reducir su contenido en grasa, disminuir su oxidación y aumentar el contenido en ácidos grasos poliinsaturados.

    Subproductos de la cerveza

    La cerveza es una de las bebidas más consumidas en España, el tercer productor en la UE. La producción de cerveza genera varios subproductos, pero el principal es el bagazo, un material rico en proteína y fibra altamente degradable, pero también tiene un alto contenido en agua y se pudre fácilmente.

    El bagazo fresco se utiliza en explotaciones de rumiantes lecheros (vacas principalmente) cercanas a las industrias cerveceras y tiene efectos beneficiosos sobre la producción y calidad de la leche al mejorar el perfil lipídico, aunque también puede ensilarse. El bagazo también puede deshidratarse y ser utilizado en las dietas de aves y cerdos, aunque su valor nutritivo para estos animales es menos conocido.

    ¿Y si se mezclan varios subproductos en el pienso?

    La composición nutricional de los subproductos suele ser desequilibrada, por lo que mezclar varios en los piensos puede ser una buena opción práctica. La inclusión de un 44 % de una mezcla de subproductos (pulpa de cítricos, granos de destilería y orujo de aceituna) en el pienso de corderos de engorde mejoró la calidad de la carne al aumentar su proporción en ácidos grasos poliinsaturados y disminuir la oxidación lipídica.

    Cuando el mismo concentrado se administró a cabras lecheras también mejoró la grasa de la leche hacia un perfil más saludable sin alterar la producción.

    En terneras de engorde, la inclusión de un 73,5 % de una mezcla de granos de destilería, raicillas de malta y granilla de uva en el pienso mantuvo los mismos niveles productivos y la misma calidad de la carne que al administrar un pienso rico en cereales.

    La inclusión de una mezcla de tomates, pulpa de cítricos y bagazo y levadura de cerveza en el pienso de cabras redujo las emisiones de metano y aumentó la proporción de ácidos grasos poliinsaturados en la leche.

    Estos estudios demuestran que la combinación de subproductos y restos vegetales en el pienso puede reemplazar materias primas convencionales. Gracias a los numerosos trabajos realizados por diferentes grupos de investigación españoles se conoce el valor nutritivo de muchos subproductos y restos vegetales locales. Algunos han sido ya incluidos en tablas de valor nutritivo.

    Sin embargo, es fundamental seguir caracterizando los subproductos que se generan en diferentes industrias, analizar su variabilidad y desarrollar sistemas eficaces y de bajo coste para su conservación, como pueden ser el ensilado, el secado solar o la producción de bloques multinutrientes.

    En este sentido, son muchas las empresas que generan subproductos y que están haciendo un gran esfuerzo por desarrollar procedimientos sostenibles que permitan su almacenamiento.

    Aunque los subproductos solo se incluyan en bajas proporciones en las raciones de los animales, pueden tener un papel especialmente relevante en la actual crisis de materias primas y reducir la dependencia del sector ganadero de las importaciones y su exposición a la volatilidad de los mercados.

    Fuente:  Eduarda Molina Alcaide, Profesora de investigación. Área de especialización: Nutrición Animal, Estación Experimental del Zaidín (EEZ - CSIC) y María Dolores Carro Travieso, Catedrática de Producción Animal, Universidad Politécnica de Madrid (UPM). 

  • Trigos más eficientes para evitar las pérdidas de fertilizante que contaminan el agua y el aire

     Fotokostic / Shutterstock

    La atmósfera que rodea a la Tierra proporciona muchos beneficios a los seres vivos: aporta oxígeno, una temperatura adecuada y protección frente a la radiación ultravioleta. Y también uno de los principales ingredientes para la vida: el nitrógeno.

    El nitrógeno es un elemento determinante para el crecimiento de los organismos vivos; es esencial en la formación de ácidos nucleicos, aminoácidos y proteínas. Por eso la agricultura altamente productiva necesita una aplicación intensiva de fertilizantes nitrogenados.

    Gracias al proceso industrial conocido como Haber-Bosch, el nitrógeno atmosférico (N₂) es la materia prima empleada para la fabricación de fertilizantes. Sin embargo, este proceso tiene un alto coste en términos de combustible, principalmente de gas natural.

    El trigo, uno de los principales cereales utilizados para la alimentación humana, consume el 20 % del fertilizante producido a nivel mundial. Desafortunadamente, sólo entre el 35 %-45 % del nitrógeno aplicado se asimila por el cultivo. Más de un 60 % llega a las aguas subterráneas o vuelve a la atmósfera en forma de gases de efecto invernadero, generando graves problemas en el medio ambiente.

    Consecuencias medioambientales

    Los fertilizantes contienen nitrógeno en forma de amonio (NH₄⁺) y/o nitrato (NO₃⁻). Por ejemplo, la urea, fertilizante nitrogenado más utilizado en el mundo, libera rápidamente amonio una vez en el suelo. Este amonio liberado de la urea o aplicado directamente es oxidado a nitrato por microorganismos del suelo mediante un proceso conocido como nitrificación.

    El nitrato es muy soluble en agua, lo que hace que no quede retenido en el suelo y se pierda hacia el subsuelo. Cuando la concentración de nitrato en las aguas subterráneas aumenta se produce la eutrofización de ríos, lagos y mares.

    Al mismo tiempo, el nitrato que se ha retenido en el suelo puede ser aprovechado por otros tipos de microorganismos. De esta manera, el nitrato se transforma en diferentes formas gaseosas, como el óxido nitroso (N₂O) o el nitrógeno molecular (N₂) mediante el proceso de desnitrificación.

    El óxido nitroso es un gas con gran poder de efecto invernadero, 300 veces mayor que el del dióxido de carbono (CO₂) y con una vida media en la atmósfera de 100 años. Se estima que el sector agrario es el responsable del 60 %-80 % de las emisiones de óxido nitroso a la atmósfera.

    ¿Es posible evitar las pérdidas de nitrógeno?

    La industria de los fertilizantes es consciente de las pérdidas de nitrógeno en los sistemas agrícolas y de sus consecuencias ambientales. Por ello, en las dos últimas décadas ha desarrollado formulaciones de los fertilizantes que llevan incorporados inhibidores sintéticos de la nitrificación. Al inhibir la nitrificación, el nitrógeno se puede mantener por más tiempo en forma de amonio en el suelo. Sin embargo, el alto coste de esta tecnología ha limitado su aplicación y aceptación de manera general por los agricultores.

    Por otro lado, el descubrimiento de especies vegetales capaces de inhibir la nitrificación en ecosistemas naturales abrió nuevas oportunidades. Ciertas plantas, como pastos, sorgo o arroz, son capaces de liberar moléculas a través de sus raíces que impiden el crecimiento de los microorganismos nitrificantes. Estas moléculas se denominan inhibidores biológicos de la nitrificación (BNI).

    La capacidad BNI de las plantas se considera una adaptación ecológica a suelos con baja disponibilidad de nitrógeno. Desafortunadamente, el trigo carece de esta capacidad. La adaptación a ambientes con gran disponibilidad de nitrógeno como resultado de su domesticación habría hecho que las variedades actuales de trigo altamente productivas prescindan de este carácter. No obstante, la clave para mantener el rendimiento del trigo y minimizar el impacto ambiental de la fertilización la podemos encontrar de nuevo en la naturaleza.

    ¿Puede el trigo inhibir la nitrificación?

    Leymus racemosus es un cereal emparentado con el trigo. Sin embargo, a diferencia de éste, ha evolucionado poco. Está adaptado a ambientes con baja disponibilidad de nitrógeno, por lo que sí posee la capacidad de inhibir la nitrificación. Recientemente se ha logrado identificar en uno de sus cromosomas la región que le permite producir inhibidores biológicos de la nitrificación.

    Gracias al parentesco entre ambas especies se pueden realizar cruzamientos para transferir esta región cromosómica al trigo. Esto nos ha permitido a genetistas, agrónomos y biólogos del JIRCAS (Japón), el CIMMYT (México) y la Universidad del País Vasco obtener trigos con capacidad de inhibir la nitrificación.

    Las variedades de trigo que presentan la capacidad BNI mantienen por más tiempo el amonio en el suelo. Así aumenta su disponibilidad para el cultivo y la eficiencia en la absorción de nitrógeno. Estas nuevas variedades mantienen las propiedades de un trigo altamente productivo y con óptima capacidad panificable. A la vez, se reduce la formación de nitrato y los efectos de la eutrofización de aguas. Con todo ello se estima una reducción del 35 % al 40 % de las emisiones de gases de efecto invernadero a la atmósfera.

    Esquema sobre el efecto en el nitrógeno del suelo ejercido por las nuevas variedades de trigo con capacidad BNI. NUMAPS, UPV/EHU, Author provided

    Hacia una agricultura sostenible

    El logro de estas nuevas variedades de trigo supone un hito para la agricultura. Los agricultores mantendrían una producción elevada con la misma calidad de grano, al mismo tiempo que por las raíces de estos trigos se combate la nitrificación.

    Estudios sugieren que, si el cultivo de este tipo de trigos se adoptara mundialmente, podría reducirse hasta en un 15 % la necesidad de utilizar fertilizante nitrogenado. A ello también habría que sumarle la reducción del gasto energético que supone la propia producción y transporte del fertilizante.

    El avance científico y la tecnología caminan de la mano hacia una agricultura más sostenible. Nuestro principal objetivo debe ser garantizar la seguridad alimentaria, mitigando la contaminación del suelo, el agua y la atmósfera. La atmósfera, con un menor calentamiento, seguirá protegiendo la vida.

     

    Fuente: Adrián Bozal-Leorri, Doctor en Agrobiología Ambiental, Universidad Pública de Navarra, María Begoña González Moro, Profesora Titular de Fisiología Vegetal, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea y María del Carmen Begoña González Murua, Catedrática de Fisiología Vegetal, Universidad del País Vasco / Euskal Herriko Unibertsitatea

  • Un mundo cada vez más salado

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  • Una investigación de Harvard permite comprender mejor el efecto de la geoingeniería solar en la agricultura

    Una investigación de Harvard permite comprender mejor el efecto de la geoingeniería solar en la agricultura

    Una investigación de la Escuela de Ingeniería y Ciencias Aplicadas John A Paulson (SEAS) de la Universidad de Harvard ha comprobado que la geoingeniería solar puede ser eficaz para paliar algunos de los peores efectos del calentamiento global en los cultivos. 

    La investigación analizó tres tipos de geoingeniería solar -inyección de aerosoles estratosféricos, mejora del cielo marino y disminución de los cirros- y su impacto en el rendimiento global del maíz, la caña de azúcar, el trigo, el arroz, la soja y el algodón en un futuro sin cambios en las emisiones. 

    La forma más eficaz de proteger los cultivos contra los peores efectos del cambio climático es reducir la temperatura en la superficie. Los investigadores encontraron que los tres métodos potenciales de geoingeniería solar tienen un fuerte efecto de enfriamiento que beneficiaría el rendimiento de los cultivos. 

    "La investigación sobre geoingeniería solar debe analizar si es eficaz o no en la reducción de los impactos humanos del cambio climático", dijo David Keith, profesor de física aplicada en SEAS y profesor de política pública en la Harvard Kennedy School. "Nuestro trabajo ayuda a llenar ese vacío al utilizar el mejor modelo de cultivos hasta ahora integrado en un modelo climático para examinar el impacto potencial de la geoingeniería solar en los rendimientos agrícolas". 

    Investigaciones anteriores sugerían que el enfriamiento de las temperaturas por la aportación de aerosoles en la estratosfera podría provocar también una disminución de las precipitaciones, lo que podría suponer una pérdida de rendimiento en los cultivos de secano. Pero, según SEAS, estos estudios no contemplaban uno de los factores ecológicos más importantes en la transpiración y la productividad de los cultivos: la humedad. 

    "La humedad relativa y el déficit de presión de vapor influyen más en el uso del agua por parte de las plantas y en la productividad de los cultivos que las precipitaciones", afirma Yuanchao Fan, miembro del Programa de Investigación en Geoingeniería Solar de Harvard y primer autor del artículo. " Encontramos que en un planeta más frío bajo múltiples escenarios, excepto el adelgazamiento de los cirros, habrá una mayor humedad relativa, lo que aliviará el estrés hídrico de los cultivos de secano. Nuestro modelo muestra que el cambio en las precipitaciones resultante de los tres métodos de geoingeniería solar tendría, de hecho, muy poco efecto en los cultivos." 

    Los investigadores compararon cómo afecta a la productividad agrícola la geoingeniería solar y la reducción de emisiones y comprobaron que, aunque las reducciones de emisiones tienen grandes beneficios en cuanto a enfriamiento y humedad, pueden tener un beneficio menor para el rendimiento de los cultivos que la geoingeniería solar, ya que la reducción de la fertilización con CO2 reduce la productividad de la mayoría de los cultivos en comparación con la geoingeniería solar que logra la misma reducción de temperatura. 

    Los resultados ponen de manifiesto la necesidad de combinar la reducción de emisiones con otras herramientas, como el aumento del uso de la fertilización nitrogenada y los cambios en el uso de la tierra. 

    La investigación fue una colaboración entre SEAS y el Centro de Investigación Noruego y el Centro Bjerknes para la Investigación Climática, la Universidad Noruega de Ciencia y Tecnología, el Centro Nacional de Investigación Atmosférica, la Universidad Nacional de Seúl y la Academia China de Ciencias. Lea el artículo completo aquí: Nature Food.

    Fuente:   Editor-in-chief: 

  • Una PAC más justa y sostenible basada en el conocimiento científico

     Olivares y cultivos cerealistas en la Campiña de Córdoba. Esta mezcla de cultivos, antes de su intensificación, representaban un hábitat adecuado para las aves esteparias en Andalucía. C. PalacínAuthor provided

    La Política Agraria Común (PAC) es la principal política pública de la UE. Sus orígenes se remontan a 1962 en el contexto de escasez de alimentos tras la Segunda Guerra Mundial. Desde entonces, la PAC ha ido cambiando sus objetivos y sufriendo distintas reformas. Las ayudas a los productores han ganado peso frente a la producción de alimentos. En las últimas décadas, estas reformas han empezado a reconocer también los beneficios ambientales asociados a la agricultura extensiva.

    En la actualidad, la PAC trata de corregir los problemas tanto ambientales (contaminación, pérdida de biodiversidad, cambio climático), como socioeconómicos (despoblación rural, inequidad regional, especulación alimentaria) que genera la producción intensiva de alimentos y otros productos agropecuarios.

    Intensificación agrícola en la ZEPA y Parque Regional del Sureste de Madrid. Las figuras de protección territorial en áreas agrícolas no están cumpliendo los objetivos de conservación para las que fueron creadas. C. Palacín, Author provided

    Desde el año 2018, se está elaborando una nueva reforma para el periodo 2023-2030. Esta nueva reforma trata de introducir un cambio profundo en su estructura, orientándola a la consecución de resultados concretos, fundamentalmente ambientales y sociales. Para ello se están diseñando diferentes acciones, algunas voluntarias y otras de obligado cumplimiento para los agricultores.

    Como novedad, esta reforma incluye la elaboración del Plan Estratégico de la PAC en cada país. Cada plan estratégico establecerá las intervenciones adaptadas a las necesidades concretas del sector agrario y al medio rural de cada territorio.

    En el caso de España, el desarrollo de este plan está siendo un proceso abierto y participativo. En él, están interviniendo el Ministerio de Agricultura, las Comunidades Autónomas, distintas organizaciones agrarias y medioambientales del ámbito nacional, así como otros interlocutores.

    Los científicos especializados en biodiversidad y servicios ecosistémicos asociados a los espacios agrarios han formado grupos de trabajo en 13 países para colaborar en el desarrollo de esos planes.

    Entre las conclusiones de estos grupos destaca la urgencia de incrementar la superficie protegida de zonas no cultivadas como barbechos, linderos y pastizales extensivos en el conjunto de Europa. En materia de gestión, subrayan que es imprescindible aumentar los fondos destinados a mitigar los efectos negativos de la agricultura en la biodiversidad y el clima. Además, se reitera la necesidad de un seguimiento y evaluación continuos en los resultados obtenidos.

    El grupo que se ha formado en España (ES-PAC) ha hecho una síntesis de las principales evidencias científicas que pueden apoyar el diseño del plan español.

    Paisaje agrícola de cereal extensivo en mosaico, que alberga altos niveles de diversidad y sus servicios ecosistémicos asociados en la Mancha conquense. M.Díaz

    La conservación de la biodiversidad en España

    España es el país europeo con los mayores niveles de biodiversidad en zonas agrarias. Un 38 % de las especies y un 23 % de los hábitats considerados como de conservación prioritaria en nuestro país dependen de los paisajes agrarios. La conservación de estas especies y hábitats está determinada por el tipo de usos que se realizan en dichos espacios. En consecuencia, la PAC tiene un papel muy relevante a la hora de garantizar su conservación.

    Recientemente en España se han aprobado diversas estrategias nacionales alineadas con los compromisos internacionales para la conservación de la biodiversidad. Estas son: la Estrategia Nacional para la Conservación de Polinizadores, la de Infraestructuras Verdes y Conectividad y Restauración Ecológica y la Estrategia para la Conservación y Utilización de Parientes Silvestres de los Cultivos y Plantas Silvestres de Uso Alimentario.

    Estas estrategias consideran la PAC como fuente de financiación. Por tanto, el Plan Estratégico de la PAC será un instrumento clave para la conservación de la biodiversidad y los servicios ecosistémicos asociados en los paisajes agrarios en nuestro país.

    Mosaico de cultivos mediterráneos de secano (rastrojos, barbechos, viñas, olivares, almendros) en La Alcarria (Guadalajara) que conforman un hábitat apropiado para las aves esteparias. La concentración parcelaria y la intensificación agrícola está provocando su desaparición. C. Palacín

    El paisaje en la conservación de la biodiversidad

    Diversos estudios científicos demuestran que para que las medidas de conservación sean efectivas es necesario que tengan objetivos explícitos y cuantificables. Además, es necesario que se consideren diversas escalas: las parcelas agrarias, los paisajes donde se insertan y las regiones en las que se localizan.

    Dentro de estas escalas, el paisaje tiene una especial relevancia para el mantenimiento de la diversidad. La estructura y complejidad del paisaje determinan los procesos y servicios ecosistémicos, afectando a las dinámicas de las especies, comunidades y hábitats. Por tanto, la escala paisaje debe ser considerada y estar integrada en las medidas que se diseñen para garantizar su efectividad.

    España destaca en el contexto europeo por tener una gran variedad de paisajes agrarios. Se reconocen ocho grandes tipos: cultivos herbáceos mediterráneos, las dehesas y otros sistemas agrosilvopastorales, los olivares, los viñedos, los sistemas mixtos eurosiberianos, los sistemas ganaderos extensivos y mixtos, los frutales, y los arrozales. En consecuencia, el plan estratégico de la PAC debería contemplar medidas específicas para cada uno de estos paisajes agrícolas y ganaderos.

    Las pumaradas (plantaciones de manzano) de sidra de Asturias, son un ejemplo paradigmático de cultivo en un paisaje biodiversos. Contribuyen a los servicios ecosistémicos con elementos como los bosquetes autóctonos, las sebes (linderos de seto vivo) y las cubiertas herbáceas naturales permanentes. D.García

    Evidencia científica para diseñar la PAC

    En un trabajo que saldrá publicado próximamente (Ardeola: International Journal of Ornithology (2021), 68: 445-460), hemos identificado las evidencias científicas para facilitar que el plan estratégico español de la PAC cumpla con los objetivos de conservación de la biodiversidad.

    En primer lugar, el plan debe estar basado en objetivos claros y específicos para cada sistema agrícola. Además, estos objetivos deben ser acordes con los objetivos de las estrategias ambientales nacionales y europeas.

    Del mismo modo, es importante que el diseño de las medidas concretas y el seguimiento de los resultados ambientales se base en la evidencia científica existente. Por ello, es importante fomentar la investigación, especialmente en aquellos sistemas agrarios menos conocidos, como los arrozales o varios cultivos leñosos.

    En segundo lugar, dado que las medidas no siempre serán de obligado cumplimiento, es importante que su diseño potencie la aceptación por parte de los agricultores de aquellas medidas que sean voluntarias. Hay diversos aspectos que pueden contribuir a ello: por un lado, disminuir la complejidad burocrática, por otro lado, facilitar la formación y transferencia de conocimientos a los agricultores. Al mismo tiempo, es importante difundir las evidencias de los beneficios obtenidos por la aplicación de las distintas medidas.

    Otro aspecto importantes sería apoyar y fomentar figuras como los sistemas agrarios de alto valor natural. Estos previenen el abandono o cambio de usos del suelo en aquellas zonas de especial importancia para la conservación. Igualmente, no hay que olvidar la conservación de la diversidad doméstica –las razas y variedades locales–. Esta abre la posibilidad de medidas de conservación sinérgicas para la diversidad silvestre y doméstica.

    No obstante, se debe garantizar que estas medidas no compitan con las fuentes de financiación centradas en la diversidad silvestre. Por último, hay que revisar la reglamentación de la agricultura ecológica para incluir entre sus normas el mantenimiento de la biodiversidad.

    Composición de cultivos mediterráneos tradicionales de secano (cereal, olivar, almendros) en La Sagra (norte de Toledo). Este paisaje constituye un sistema de alto valor natural por albergar una elevada biodiversidad. C. Palacín

    En definitiva, el conocimiento científico disponible permite desarrollar medidas potencialmente eficaces para la nueva PAC 2023-2030. Basar las herramientas de la nueva PAC en evidencias científicas mejorará la protección de la biodiversidad en los paisajes agrarios. Al mismo tiempo, favorecerá una financiación más adecuada que ayudará a los agricultores a desarrollar sistemas agrarios más justos y sostenibles.

    Este artículo es resultado de la reunión del grupo de trabajo ES-PAC en Noviembre 2020, organizado por M. Díaz, E.D. Concepción y M.B. Morales bajo la coordinación a nivel europeo de Guy Pe’er. Francisco M. Azcárate, Gerard Bota, Lluis Brotons, Santiago Mañosa, Pedro J. Rey, Daniel García, Alberto Navarro, Rocío Tarjuelo, Fabián Casas, Ignasi Bartomeus, Pedro Olea, José Vicente López-Bao, Carlos Palacín, Juan Carlos Alonso, Luis Miguel Bautista, José A. Sánchez-Zapata, Federico Fernández, Irene Guerrero, Begoña Peco, Marcos Miñarro, Javier Seoane, Susana Suárez-Seoane, Juan Traba, Francisco Valera, Elena Velando-Alonso y Gerardo Moreno atendieron a la reunión y aportaron información relevante 

    Fuente:   Elena Velado AlonsoInvestigadora postdoctoral proyecto Showcase, Estación Biológica de Doñana (EBD-CSIC)